ATENCIÓN INTEGRAL AL NIÑO Y ADOLESCENTES CON
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Autor: FÉLIX DÍAZ RODRÍGUEZ
Psicólogo y Profesor de la Facultad de
Pedagogía
Especial del Instituto Superior
"Enrique José Varona" y del CELAEE.
ALTERACIONES DE LA CONDUCTA DEL NIÑO Y EL
ADOLESCENTE: CARACTERIZACIÓN.
El
término "trastorno de la conducta" aparece por primera vez en el año
1952 en el manual de Diagnóstico y Estadística de los trastornos mentales de la
American Psychiatric Association, donde se definía de la forma siguiente: "Cuando
la reacción transitoria se manifiesta primariamente como una alteración en la
conducta social, se clasificará aquí. Las manifestaciones pueden ocurrir en
el hogar, en la escuela o en la comunidad, o incluso en las tres. Las
alteraciones de la conducta se consideran como un fenómeno secundario cuando se
ven en casos de deficiencia mental, epilepsia, encefalitis epidémica y otras
enfermedades orgánicas bien reconocidas. Indicar las manifestaciones
sintomáticas bajo este diagnóstico; por ejemplo: haraganería, robo,
destructividad, crueldad, ofensas sexuales, uso de alcohol, etc.".
Pero
esta concepción inicial de trastorno de la conducta fue sufriendo algunas
modificaciones conceptuales, tanto que ya nuestro Glosario Cubano de la
Clasificación Internacional de Enfermedades Psiquiátricas (GC‑1) del año
1975 recogía el concepto de trastorno de la conducta de la manera siguiente:
"Esta gran categoría se reserva para aquellos trastornos psiquiátricos de
la infancia y de la adolescencia que son más estables, internalizados y
resistentes al tratamiento que los trastornos situacionales transitorios pero
menos que las neurosis, las psicosis y los trastornos de la personalidad. Esta
estabilidad intermedia se debe a la mayor plasticidad de la conducta de esas
edades".
A
renglón seguido dicha clasificación consideraba distintos cuadros de trastornos
de la conducta, tales como: Hiperquinesia en el niño y el adolescente,
aislamiento en el niño y el adolescente, inadaptación neurótica, fuga en el
niño y el adolescente, agresividad no socializada, trastornos sexuales,
afeminamiento y masculinización y hasta Institucionalismo.
Pero
ya en la versión cubana del capítulo V de la Clasificación Internacional de
Enfermedades y del Glosario psiquiátrico adjunto (GC‑2) del año 1982 sólo
se habla de perturbación de la conducta no clasificada en otra parte para
referirse a "Trastornos psiquiátricos que comprenden principalmente
comportamiento antisocial agresivo, destructivo y delincuencial. Los
diagnósticos incluidos en esta categoría deben reservarse para casos de
comportamiento anormal, en cualquier edad, que dan lugar a desaprobación social
pero que no pueden ser catalogados en ninguna de las restantes categorías.
Presentan además alteraciones emocionales tales como ansiedad, sentimientos de
inadecuación e infortunio, dificultades de relación y manifestaciones
obsesivas. Para ser incluido aquí, el comportamiento debe ser de índole anormal
a juzgar por la frecuencia, gravedad y tipo de asociaciones con otros síntomas.
Las
alteraciones de la conducta, a diferencia de las reacciones de adaptación, que
tienen una duración más prolongada y carecen de relación estrecha, en tiempo y
contenido, con alguna circunstancia provocadora de tensión. Difieren de los
trastornos de personalidad por la ausencia de formas de inadaptación de la
conducta profundamente arraigadas presentes desde la adolescencia o desde edad
más temprana". Como vemos esta última clasificación circunscribe el
término de perturbación de la conducta de nuevo únicamente a la conducta
social, sólo que especifica más abajo: El uso de esta categoría debe hacerse
con suma cautela para evitar confundir la conducta patológica delictiva con la
conducta delictiva criminal y con la conducta delictiva sintomática".
Por
otra parte nos queda la caracterización del menor que delinque y que ha
estructurado ya una personalidad antisocial. La clasificación de la American
Paschiatric Association (DSM‑II) y nuestro Manual Diagnóstico de
Enfermedades Psiquiátricas (GC‑2) se refieren a personalidad antisocial
de la manera siguiente: "Se refiere a individuos básicamente
insocializados cuyo patrón de conducta les pone repetidas veces en situación de
conflicto con la sociedad. Son incapaces de guardar lealtad a individuos,
grupos o valores sociales. Son extremadamente egoístas, insensibles,
irresponsables, impulsivos e incapaces de experimentar un sentimiento de culpa
o de aprender de la experiencia y el castigo. Su tolerancia hacia la
frustración es muy baja. Suelen acusar a los demás de sus culpas y hacen
racionalizaciones de su conducta. Una mera historia de reiteradas ofensas
sociales y legales no es suficiente para justificar este diagnóstico.
Aunque
es posible que este tipo de personalidad llegue a estructurarse desde el inicio
de la adolescencia, resulta más adecuado considerar en los menores una serie de
síntomas predictivos de la personalidad antisocial. Los síntomas más
frecuentemente señalados por los diferentes autores han sido: hurtos,
incorregibilidad, golfería; las fugas de la casa en compañía de jóvenes
marginales, la ausencia durante la noche, la agresión física, los empleos
fugaces, la impulsividad, la imprudencia, la irresponsabilidad, el aspecto
desordenado, la deserción escolar, la enuresis, la falta de sentimientos de
culpa, la actividad sexual desordenada, la perversión sexual, la propensión patológica
a mentir, etc. Pero en definitiva los predictores más fiables de la posible
aparición de una personalidad antisocial están dados por el número, la
frecuencia y la gravedad de estos síntomas señalados.
La
misma Clasificación de la American Paschiatric Association prefiere denominar
"personalidad disocial" a las personas que delinquen por pertenecer a
subculturas delictivas de la sociedad (estafadores, prostitutas, traficantes de
drogas y jugadores tramposos) por lo que entonces su conducta delictiva no
excluye la posibilidad de establecer profundas relaciones interpersonales y de
confianza, sólo que reservan su lealtad para su subcultura propia. Nuestro
manual diagnóstico no recoge ya este término. Sin embargo se refiere a una
"perturbación de la conducta en pandilla" en donde el menor llega a
la conducta delicuencial por aliarse a una pandilla delictiva sin haber
estructurado las características de personalidad del verdadero
delincuente.
En
nuestro medio se realizó un trabajo de unificación de criterios entre
especialistas de los diferentes organismos que tienen la misión de educar a
menores de conducta alterada y se produjo el Decreto Ley 64 de 1982 que
especifica tres categorías de menores con alteraciones de conducta:
Primera categoría:
menores que presentan indisciplinas graves o trastornos permanentes de la
conducta que dificultan, dada la complejidad del desajuste, su aprendizaje en
las escuelas del Sistema Nacional de Educación.
Segunda categoría:
Menores que presentan conductas disociales o manifestaciones antisociales que
no lleguen a constituir índice significativos de desviación y peligrosidad
social o que incurren en hechos antisociales que no muestren gran peligrosidad
social en la conducta, tales como determinados daños intencionales o por
imprudencia, algunas apropiaciones de objetos; maltratos de obra o lesiones que
no tengan mayor entidad y escándolo público, entre otras conductas poco
peligrosas, de acuerdo con el alcance de sus consecuencias.
Tercera categoría: Menores
que incurren en hechos antisociales de elevada peligrosidad social, incluidos
los que participen en hechos que la ley tipifica como delitos, los reincidentes
en tal sentido, los que mantengan conductas antisociales que evidencien índices
significativos de desviación y peligrosidad social, y los que manifiesten tales
conductas.
La
importancia que tiene la estructuración de estas tres categorías es que se
vinculan directamente con el quehacer con el menor alterado ya que se crean
instituciones de tres tipos que enfrentan el tratamiento del menor en función
de estos tres niveles y que aspiran a una completa recuperación.
Las
investigaciones realizadas en nuestro medio para caracterizar al menor con
trastornos de conducta ha dado hasta el momento los siguientes resultados:
Las
edades más frecuentes entre las cuales se presentan esta alteración en el
proceso de formación de personalidades rebasa los 10 años (no dejan de
presentarse casos con menor edad).
Los
menores en su gran mayoría, tienen una escolaridad que no sobrepasa el 7mo.
grado, encontrándose casos con estudios de primero y segundo grados de edades
más avanzadas.
La
repitencia y el retraso escolar es una característica asociada a este tipo de
problema. Presenta severas dificultades en el aprendizaje en la mayoría de las
asignaturas y poseen un ritmo lento para apropiarse de nuevos y más profundos
conocimientos.
La
presencia de dificultades en el lenguaje es otra de las características de
estos alumnos, las cuales se presentan en aproximadamente la tercera parte de
los menores integrados de las muestras estudiadas. Esta deficiencia influye
también en forma negativa en todo el proceso de aprendizaje y de
interrelaciones personales de estos menores.
La
falta de intereses adecuados hacia el estudio es una de las cualidades que se
observan en el resultado de las diferentes investigaciones realizadas con los
menores que presentan trastornos de la conducta, lo cual constituye también una
de las causas de sus dificultades en el proceso de adquisición de conocimientos
y de incorporación a la actividad escolar.
En
relación con el indicador desarrollo intelectual se observa que la media del
rendimiento está dentro de los niveles normal bajo, a lo cual se arribó por los
resultados de diferentes muestras estudiadas considerándose como resultado de
las influencias sociales y educativas recibidas.
Se
observa un alto por ciento de ausentismo a la escuela y las diferentes muestras
oscilan entre un 40 a un 70 por ciento.
En
las investigaciones analizadas en los grupos de menores predominan el sexo
masculino, con un rango entre el 90 y 100 de los casos estudiados.
Las
actividades antisociales que con más frecuencia se cometen son las tipificadas
como hurto y robo, y se encuentran en el 90
y 95% de los menores estudiados; se presentan otras con menor cuantía,
como son: falsificación, daño a la propiedad social, escándalo público, riñas,
negocios ilícitos, etc. En la investigación realizada en menores con trastornos
de conducta en los Centros de Diagnóstico y orientación, se pudo precisar que
los objetos robados en general, eran para la satisfacción de necesidades
personales inmediatas.
Existen
serias dificultades y deficiencias en relación con la dinámica familiar y
sistema de influencias educativas 50 y 100% de los casos).
Todas
estas consideraciones nos hacen concluir que el menor con alteraciones de conducta se caracterizan porque manifiestan
desajustes en su esfera emocional, en su esfera social o en ambas a la vez.
Esta consideración nos lleva de la mano al planteamiento de que el menor con
estas alteraciones debe ser considerado un paciente
dual: niño padres. Es decir que nos quedaríamos a medias si
caracterizaremos solamente al menor y no consideráramos la caracterización del
medio familiar con conducta alterada. A más del planteamiento de posibles
actitudes rechazantes, sobreprotectoras, perfeccionistas, etc. etc. de los
padres tenemos que considerar las condiciones materiales de vida, la atención
escolar y social que el niño recibe en general.
Las
investigaciones realizadas en nuestro país para caracterizar el medio familiar
de los menores con trastornos de conducta concluyeron que la dinámica familiar
en estos escolares presentan indicadores negativos como unión conyugal
disuelta, relaciones familiares malas o regulares, nivel sociocultural bajo,
vivencias familiares traumáticas ausencia de modelos positivos, carencia
afectiva y padres con falta de autoridad.
La
presencia de madres menores de 19 años en los alumnos con trastornos de la
conducta también es un dato de interés, dada las dificultades que esta
condición entraña en el proceso de atención, cuidado y educación que recibe el
niño en el seno de la familia.
Resulta
significativo que las viviendas en estos menores, generalmente presentan
características negativas; índice de ésto es el grado de hacinamiento que se
observa.
Los
índices de enfermedades infecciosas de la madre durante el embarazo como
indicadores de riesgo en el parto y enfermedades adquiridas por el niño en los
primeros años, se encuentran entre un 30 y un 60%.
Existe
un por ciento considerable (50 al 90%) de los padres que no ejercen control alguno
sobre la disciplina de sus hijos y no sienten responsabilidad ante sus
conductas antisociales; desconocen las actividades que realizan fuera de la
casa, sus amistades y, en general, se observa despreocupación por el
cumplimiento de los deberes escolares y sociales. En esto se pone de manifiesto
el hecho de que incluso en algunas investigaciones se señala que la mayoría de
los menores tenían hábitos de deambular hasta altas horas de la madrugada, sin
que los padres tuvieran control de esta situación.
Las
relaciones y el ambiente familiar son muy negativos, incidiendo en esto las
riñas, escándalos, padres alcohólicos, etc. lo que se observa en casi la
totalidad de los casos. Los métodos educativos de los padres utilizados están
basados en la amenaza y en el castigo corporal, los cuales se ponen de
manifiesto entre el 60 y el 100% de las muestras estudiadas.
En
general los componentes fundamentales de los núcleos familiares de estos
menores (padres y hermanos) constituyen modelos negativos, ya que entre el 50 y
el 100% de los casos mantienen conductas delictivas y antisociales.
En
algunas de las investigaciones se puso de manifiesto la falta de atención
afectiva y material de los padres y familiares hacia los menores. Lo señalado
se evidencia en la investigación con los menores internos en uno de los
internados tipo III en que el 70% presentaba carencia de relaciones afectivas
con los padres y falta de confianza y comunicación.
Algunas
de estas investigaciones destacan la composición numerosa de los núcleos
familiares, pudiéndose señalar como significativo que en los hogares de 1121 de
los menores estudiados, la cantidad de miembros de su núcleo oscila entre 8 y
12 personas, lo cual se relaciona con el hacinamiento y la promiscuidad.
En
las investigaciones analizadas se observan diferencias notables entre las
familias de adolescentes transgresores y los que mantienen una correcta
conducta social. Las características de las familias, como se evidencia,
inciden directamente en la formación moral de los menores. En el caso de los
transgresores, sus familiares no poseen una correcta línea educativa, lo cual
se manifiesta en la ausencia de modelos positivos, la falta de control en el
cumplimiento de las normas sociales, así como el empleo de métodos educativos
centrados en el castigo corporal. Prevalecen en sus relaciones, la carencia
afectiva, ocasionando la deformación de la comunicación adecuada con los
adultos y demás miembros del núcleo familiar, lo cual no permite que los
menores desarrollen cualidades positivas en su personalidad, al no contar con
las vías adecuadas para asimilar las normas y valores socialmente aceptados.
2.
ATENCIÓN AL MENOR CON ALTERACIONES DE
CONDUCTA (EN CUBA)
El niño de conducta alterada puede ser
detectado por los padres, los maestros
o la sociedad en general.
Cuando son los padres los que se preocupan
por la conducta del menor la
primera persona a la que acuden es al
Médico de
Familia. Este médico si no puede resolver
los problemas planteados remite al
menor a la Consulta de Psicología Infantil del Policlínico o del Hospital
Pediátrico correspondiente. En estas consultas se realiza un estudio
psicológico y psiquiátrico del caso para arribar a un diagnóstico primero y
después a la instauración del tratamiento correspondiente. Cuando es en la
escuela donde se detectan las alteraciones de conducta del niño, los padres son
citados para enviar al niño al Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO) donde
será atendido por especialistas; psiquiatras, psicólogos, psicopedagogos, trabajadores
sociales, logopedas, defectólogos; que arribarán al diagnóstico de la
alteración y tratarán al niño en el centro mismo o lo remitirán a una
institución que corresponda.
Cuando
es la sociedad la que detecta la conducta alterada y sobre todo si se refiere a
una conducta delictiva el menor será atendido por el oficial de Menores del
Ministerio del Interior que lo llevará al Centro de Evaluación, Análisis y
Orientación de Menores (CEAOM) donde será sometido a un estudio diagnóstico por
especialistas competentes que consideren la atención del caso o lo remitan para
su tratamiento a uno de los tres tipos de instituciones existentes con este fin
para menores de conducta alterada.
En
realidad el proceso de estudio y diagnóstico del menor de conducta alterada se
realiza de manera similar en la red de Centros de Diagnóstico y Orientación
(CDO) y en los centros de Análisis Orientación y Evaluación de Menores (CEAOM).
En ambos casos el trabajo se realiza a partir de la remisión del escolar. La
solicitud para el estudio y diagnóstico de los menores, puede realizarse por
las vías e instituciones siguientes:
Los
familiares
Los
Centros del Sistema Nacional de Salud
Los
maestros y las escuelas mediante pesquisaje ‑Los agentes de la autoridad
y sus dependencias
Organizaciones
sociales y de masas
De
todas estas vías de remisión la más masiva es la de los maestros mediante un
pesquisaje previo. En este caso los docentes cuando detectan a un escolar
difícil de educar debido a que, después de haber intentado influir
pedagógicamente, a través del trabajo educativo, para corregir sus desajustes,
persisten sus alteraciones severas e incluso se agravan en el campo de sus
relaciones interpersonales, en su actitud y aprovechamiento hacia el estudio,
propone que sean estudiado por los especialistas del CDO.
Al
producirse la solicitud, los especialistas de estos centros realizan una visita
inicial a la escuela y entrevistan al maestro y personal en general del centro,
observan al escolar y le aplican pruebas sencillas.
Con
toda la información recogida se toma la decisión de enviar o no al escolar a un
estudio y diagnóstico más profundo o que continué en la escuela con una
orientación a los maestros de carácter pedagógico y psicológico. Este paso es
una forma de corroborar que las características que presenta el escolar son
realmente complejas y exigen de una atención y tratamiento más especializado.
Cuando
los especialistas observan síntomas o características que exigen un estudio y
diagnóstico más profundo y preciso, el menor recibe la atención de médicos
pediatras, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, psiquiatras y
cualquier otro especialista que requiera el caso. Con toda la información
obtenida se elabora un diagnóstico psicológico, pedagógico y médico de forma
interdisciplinaria y como resultado de la discusión correspondiente.
En
el proceso de estudio se realizan entrevistas, observaciones de la conducta,
estudios clínicos, aplicación de tests psicológicos, pruebas de aprovechamiento
escolar y situaciones experimentales, visitas a los hogares y a la comunidad,
etc., lo cual permite determinar la dinámica familiar y escolar, así como las características
individuales del sujeto que facilite establecer un diagnóstico lo más preciso y
objetivo posible.
La
solicitud de estudio por parte de los agentes de la autoridad y sus
dependencias es otra de las vías por lo cual son atendidos aquellos menores con
posibles trastornos de la conducta. Esta es la vía esencial por la cual llegan
los menores a los centros de Evaluación, Análisis y Orientación (CEAOM), donde
los especialistas de estos centros, al igual que en los CDO, realizan un
estudio para conocer las características de la personalidad del menor y las
causas de su conducta, por medio de las entrevistas, observaciones y pruebas
que realizan los pedagogos, psicólogos y médicos que laboran en los (CEAOM).
Con la integración multidisciplinaria de toda la información recogida se arriba
a un diagnóstico y a recomendaciones acerca de la atención que debe recibir el
menor.
Tanto
los CDO como los CEAOM reciben menores por las restantes vías de remisión
señaladas. Entre los dos tipos de centros existe una estrecha relación de
trabajo y de intercambio de información con el objetivo de garantizar la mayor
efectividad en el funcionamiento del sistema y para decidir, cual es la mejor
atención o educación que deben recibir estos niños y jóvenes.
Para
los especialistas del CDO y del CEAOM el estudio y diagnóstico es un proceso de
búsqueda de conocimientos, para la elaboración de hipótesis que expliquen
las características del sujeto de estudio, las probables causas que las han
producido y por último, las perspectivas de solución del problema que presentan
y las posibles vías o métodos, procedimientos y técnicas que se han de aplicar.
Dada
esta característica esencial del diagnóstico, la mejor estrategia para realizar
el estudio y las investigaciones del caso es mediante el empleo de la
metodología del trabajo científico que exige el planteamiento o formulación
sucesiva de hipótesis y su corroboración o no, a partir de la obtención de
información por medio de métodos como la observación, las encuestas y los
tests, en situaciones experimentales y, en general, todos los procedimientos y
técnicas para la búsqueda científica de la información según el caso. Todos los
datos acumulados, el descubrimiento de las regularidades fundamentales del
escolar objeto de estudio, la coincidencia de la información y su
correspondencia con la teoría y práctica acerca del proceso de formación de la
personalidad y sus alteraciones, permiten elaborar un diagnóstico y un conjunto
de recomendaciones encaminadas a orientar y organizar un sistema de influencias
que conduzcan a la transformación y reeducación del sujeto. Este enfoque del
proceso de diagnóstico se corresponde con la concepción de que el sujeto está
en desarrollo y formación y por lo tanto, a la conclusión a la que se llega en
un momento dado, no representan un estado o característica permanente, por lo
que el diagnóstico se considera un proceso contínuo que marchará conjuntamente
con el trabajo reeducativo, educativo y correctivo-compensatorio que se realiza
en el escolar y que ha de producir cambios positivos en el proceso de formación
de la personalidad.
El
diagnóstico debe descubrir estos cambios con la amplia participación de
maestros, reeducadores, trabajadores sociales y todos aquellos que intervienen
en el proceso pedagógico de estos menores y los conocen con profundidad. Cuando
se llega a la conclusión de que el alumno ha eliminado sus trastornos de la
conducta, se propone al Consejo de Atención a menores su egreso de la escuela o
centro, o la modificación de la medida en caso de que así se considere
conveniente.
Como
puede apreciarse el proceso de estudio y diagnóstico de un menor con posibles
trastornos de la conducta, es la etapa que media entre la detección del caso y
la que se refiere a la toma de la decisión acerca de las medidas que se
adoptarán con él. Este proceso brinda los elementos necesarios, desde el punto
de vista científico‑técnico para que se tome una nueva decisión.
La
atención al menor con alteración de conducta se corresponde con un amplio plan
en donde se aúnan los esfuerzos del Ministerio de Salud Pública, el Ministerio
de Educación y el Minint.
La
legislación cubana sobre la atención a menores con trastornos de la conducta
parte de una concepción integral de su tratamiento sobre la base de la creación
de un sistema articulado, coherente y unitario con un sólido fundamento
científico, regido conjuntamente por los Ministerios de Educación y del
Interior. En realidad son los consejos de Atención de Menores dependientes del
Ministerio de Educación los encargados de ubicar a los menores en las
Instituciones tipos I y II; en tanto que los Consejos de atención de Menores
correspondientes al Ministerio del Interior ubican a los menores pertenecientes
a la tercera categoría en las instituciones tipo III.
Con
esta legislación los menores de 16 años que incurren en conductas que pudieran
considerarse como delictiva para adultos no son juzgados por los tribunales de
justicia, ni siquiera por Tribunales de Menores, ya que no son objeto del
derecho penal ni del derecho procesal penal, ni de un régimen penitenciario
para la ejecución de sanciones, sino que son atendidos por instituciones
especializadas. En el Decreto Ley 64/82 anteriormente citado se consideran
inimputables los menores hasta los 16 años y se despenaliza la conducta
delictiva de ellos, que sale del ámbito del Derecho Penal para entrar en el
ámbito de la educación. Parte de la base de que el tratamiento a dichos menores
es, en lo fundamental una tarea educativa que debe corresponder a los
Ministerios de Educación y del Interior, según el grado de trastorno o
peligrosidad social que presentan.
Debemos
señalar que el propio Decreto Ley 64 establece que cuando un menor arriba a los
16 años durante su atención en una escuela de conducta y antes de su
reeducación total, los Consejos Provinciales de Atención a Menores de ambos
Ministerios podrán decidir que continúen en las instituciones hasta los 18 años
si así lo exigiera su caso particular.
El
establecimiento del sistema creado por el Decreto Ley 64 ha significado un
positivo paso de avance a partir de una nueva concepción penal y pedagógica. No
obstante la experiencia de trabajo en ambos Ministerios nos plantea que debemos
seguir laborando en el perfeccionamiento del sistema para la atención a estos
menores.
Debemos
referirnos ahora concretamente al tratamiento de los menores con
trastornos de la conducta. Comenzaremos considerando el tratamiento que reciben
en los Policlínicos y Hospitales Pediátricos. Aquí son atendidos directamente
por psicólogos graduados de la Facultad de Psicología que se han adiestrado en
técnicas psicoterapéuticas y por Psiquiatras Infantiles, graduados de la
Facultad de Medicinia y especializados en Psiquiatría Infantil. El tratamiento
puede ser psicofarmacológico o psicoterapéutico.
Sobre
la Psicofarmacología podríamos detenernos un largo tiempo dada la experiencias
realizadas en este sentido. El hombre siempre ha aspirado a la obtención de
sustancias capaces de "regular" su estado de ánimo y aún su conducta.
Esta aspiración ha tenido más éxito para controlar depresiones y estados
agresivos que para facilitar una conducta adecuada. La Psicofarmacología es una
ciencia muy reciente. En los últimos 30 años, desde el inicio de la enérgica
investigación con los fármacos psicotrópicos, se ha hecho evidente que los
efectos de mayor importancia para la comprensión de las acciones clínicas de
estos fármacos se ejercen a través de los mecanismos neurotrasmisores y hoy día
se conoce aún muy poco de sus interacciones con los fármacos psicotrópicos. Se
han planteado sin embargo distintas acciones de los fármacos psicotrópicos:
estimulantes, antidepresivos, ansiolíticas y hasta antiesquizofreneizantes sin
que ninguna haya quedado aún bien estructurada. Sin embargo, algunos estudiosos
de este campo se han lanzado a hacer experiencias sobre la posible acción de
algunos psicofármacos sobre las alteraciones de la conducta humana con
resultados tan discutibles que sólo merece afirmarse que en el momento actual
no existe ningún medicamento que elimine la conducta alterada.
El
trabajo psicoterapéutico se ha preferido para el tratamiento de los menores con
alteraciones de conducta atendidos en policlínicos y hospitales tanto por
psiquiatras infantiles como por psicólogos. En nuestro medio el psicólogo
también se capacita para realizar la psicoterapia. Aunque se han utilizado
diferentes técnicas de psicoterapia individual, se ha preferido la psicoterapia
grupal y hasta se han creado nuevos métodos de psicoterapia grupal, tales como psicoballet,
la psicoterapia Deportiva, la psicoterapia de niños con dificultades en
la identificación sexual, etc. etc. Aunque estamos seguros que resultarían de
interés la exposición de desarrollo de estas técnicas no resulta conveniente
dado las aspiraciones de comunicación general que tiene esta exposición.
Será
más adecuado referirnos al tratamiento que reciben los menores asistentes a las
escuelas de conducta. El tratamiento deberá estar siempre en función de su
etiología y en el caso que nos ocupa los resultados de investigaciones
realizadas en nuestro país señalan:
El
concepto de trastorno de la conducta es de naturaleza compleja y es
consecuencia de la interacción de un conjunto complicado y variado de elementos
causales.
Por
esta razón la etiología es de carácter polifactorial o multivariable y se
insiste de forma diferente en los factores biológicos y sociales. y resultan
como causa esencial, el efecto de la interacción entre un conjunto de elementos
causales en un sujeto determinado.
Las
manifestaciones conductuales alteradas son el resultado de la influencia,
durante un tiempo prolongado, de situaciones traumáticas y conflictivas y de
vivencias negativas del sujeto las cuales dañan o alteran la formación de su
esfera emocional‑ volitiva.
Los
trastornos de la conducta son definidos a partir de la existencia de una
estabilidad de las características externas e internas de la personalidad en
formación del escolar, así como de su resistencia al tratamiento o a la labor
educativa que recibe, lo cual exige una atención más dedicada, paciente y
especializada.
Dado
el carácter complejo que entraña las causas que producen los trastornos de la
conducta en los niños y adolescentes, así como por la importancia que entre
ellos poseen los aspectos de carácter social y pedagógico en nuestro país se ha
considerado que el sistema de atención y reeducación de este tipo de escolar
debe responder esencialmente a concepciones y principios de carácter pedagógico
y psicológico.
La
institución para menores de conducta alterada tiene que realizarse sobre la
base de un plan de actividades que se complementan entre sí dirigidas a
transformar el mundo interior del niño, a vencer la resistencia y neutralizar
las influencias nocivas que contribuyeron a las dificultades en la educación,
mediante la unión y acción conjunta de maestros, padres, la comunidad y los
propios alumnos, porque no se puede concebir un proceso de reeducación sin la
participación del menor como ente activo. Es decir en toda la organización del
sistema de actividades para la reeducación está concebida intrínsecamente la
actuación directa y decisiva del propio menor. Es por esto que las medidas a
tomar si bien son ofrecidas de manera general van a ser consideradas de manera
individual tomando en cuenta factores específicos en cada caso.
El
sistema de influencias está organizado a partir de actividades
docente-educativos generales, como las clases (con las especificaciones de
atención psicopedagógicas cuando el caso así lo requiera), la biblioteca, la
preparación de un oficio, juegos variados y actividades patriótico-militares,
físico-deportivas, artistico-culturales-recreativas, productivas y socialmente
útiles. Estas actividades tienen entre sus objetivos esenciales la formación de
hábitos de estudio, el desarrollo de intereses cognoscitivos, la elevación del
nivel de instrucción, la creación de hábitos de trabajo y la preparación para
enfrentar tareas más complejas. No pueden dejarse de lado la realización de
métodos complementarios al trabajo educativo como conferencias, diálogos,
debates, narraciones discusiones y estímulos.
Consideramos
la atención que recibe el menor en el centro de tres tipos fundamentales:
médica, pedagógica y psicológica.
Atención médica:
Esta atención, además de velar por el desarrollo físico general, se ocupa de
garantizar el funcionamiento adecuado de su sistema nervioso, indicando las
medidas terapéuticas de acuerdo con la sintomatología específica de cada menor
y orienta a los restantes especialistas en cuanto al tratamiento diferenciado,
fundamentalmente en los casos que requieran la administración de psicofármacos.
Este especialista participa en las discusiones y análisis de casos para seguir
la evolución de los menores siempre que sea necesario.
Atención pedagógica:
El pedagogo que labora en estas escuelas es un especialistas (graduado de los
Inst. Sup. Pedagógicos) que debe poner en práctica un sistema de conocimientos,
no sólo de los principios y leyes generales de la enseñanza y el aprendizaje,
sino también ser capaces de integrar en el proceso de la enseñanza que
planifica y ejecuta las recomendaciones médicas, psicológicas y de otras
especialidades, para cada caso en particular y estimular el aprendizaje de los
alumnos utilizando vías específicas de injerencia educativa que propicien la
corrección de los procesos y cualidades afectivas y cognoscitivas mas dañadas
en estos alumnos.
Utiliza
fundamentalmente la clase, donde se pone en función principio de trabajo
individual con un enfoque diferenciado. Cumple con las tareas de orientar la
estimulación de la esfera cognoscitiva hacia la creación de necesidades e
intereses que propicien el desarrollo de hábitos y habilidades escolares y
elabora tareas cognoscitivas dirigidas hacia la corrección de las
particularidades de los procesos afectados como por ejemplo, tareas para la
estimulación de la memoria lógica, la selectividad de la atención, su
distribución, etc.
La
creación de condiciones de estimulación afectiva con el objetivo de evitar la
tendencia a la frustración, la estimulación de los logros en el aprendizaje,
así como la recompensa afectiva, es otra de las tareas que cumple el pedagogo
con el objetivo de lograr una formación más integral en las escuelas y centros
que atienden a estos menores. Se les brinda la posibilidad de desarrollar
hábitos y habilidades práctico-laborales vinculándolos a huertos escolares y
talleres, así como también, a los de mayor edad, insertándolos en colectivos
obreros con el objeto de estimularlos en la asimilación de un oficio y lograr
su iniciación en la actividad laboral en caso de egresar con la edad
correspondiente. Esta vinculación tiene una doble importancia, por una parte,
permite el desarrollo de convicciones dirigidas a que concienticen el valor del
trabajo en la formación de la personalidad y por otra, como algo fundamental,
establecer la relación entre la práctica y la teoría como objetivo de todo el
sistema de educación en Cuba y la apreciación en la preparación de la práctica
laboral.
El
proceso educativo y reeducativo de estos menores incluye el desarrollo de las
actividades deportivas, recreativas y culturales, tanto como parte del Sistema
Pedagógico General, como por medio de la vinculación a círculos de interés. El
seguimiento de los avances y retrocesos del menor le permite al pedagogo
reestructurar su estrategia de trabajo, que es, a su vez objeto de análisis por
toda la comunidad de especialistas del centro, con el objetivo de reorientar el
trabajo con el menor en función de su evolución y de los cambios en el
micro-núcleo social.
Atención psicológica:
Esta responsabilidad directa recae
sobre el psicólogo o el psiquiatra de la institución. Desafortunadamente no
contamos aún con un psiquiatra o un psicólogo por institución pero consideramos
que el trabajo psicoterapéutico es una tarea de todo el personal de la
institución ya que la psicoterapia no es más que el esfuerzo que se realiza
para influir favorablemente sobre el psiquismo.
De
todas formas se ha concretado que el trabajo psicológico debe trascender la
utilización de técnicas de psicoterapia individual y grupal para volcarse en la
creación de una comunidad escolar donde exista un estado emocional positivo y
adecuadas interrelaciones humanas. También es necesario comprometer a los
padres en la tarea reeducativa. Aún la psicoterapia individual y grupal deberán
tener objetivos precisos: establecer una relación afectiva positiva con el
menor con la finalidad de integrarlos al colectivo.
El
laboratorio de Trastorno de Conducta del CELAEE ha iniciado un trabajo
experimental hacia la formación del Educador-psicoterapeuta-maestro, o sea
capacitar al maestro de la institución para que realice actividades
psicoterapéuticas tomando en cuenta este objetivo fundamental del
establecimiento de una relación afectiva positiva con el menor para que llegue
a constituir un miembro del colectivo y sea capaz de cumplimentar todas sus
tareas. Estamos bien conscientes de que al maestro se le han enseñado una serie
de atributos negativos para que sea capaz de cumplimentar el trabajo
psicoterapéutico; pero estos atributos negativos se centran en la concepción de
un maestro demasiado formal , más preocupado por normas y principios
establecidos y por tareas concretas a desarrollar; pero los maestros de
escuelas de conducta son en realidad reparadores y sus funciones deben
trascender las tareas puramente cognoscitivas.
La
concepción del Educador-psicoterapeuta se inició en forma teórico‑práctica
desde el pasado año en una de nuestras escuelas de conducta correspondiente a
la categoría uno. Se llevó a cabo un curso de adiestramiento sobre el concepto,
los métodos y técnicas que pueden ser aplicados en una escuela de esta
categoría y en la actualidad se está trabajando activamente en este sentido
realizándose psicoterapia con títeres y psicodrama fundamentalmente. En las
escuelas de conducta de categoría III donde el nivel de edad es más elevado y
las implicaciones delincuenciales más evidentes no deberán usarse las mismas
técnicas psicoterapéuticas que en las otras categorías. En primer lugar porque
el problema fundamental de estos menores es la ausencia de disciplina y
autoridad. Además la responsabilidad máxima del trabajo reeducativo cae en
manos de los reeducadores formados en cursos ofrecidos por el Ministerio del
Interior. El laboratorio de Trastornos Emocinales del CELAEE tiene en
proyecto un plan experimental que aspira a poner en claro el verdadero concepto
de la disciplina y la autoridad para estructurar un plan psicoterapéutico que
llevarían a cabo los reeducadores de este tipo de escuela.
Atención a los padres de menores con
alteraciones de conducta:
Hemos
considerado al menor con alteración de conducta como un paciente dual, por lo
que los padres no pueden ser olvidados a la hora de ofrecer una atención
completa. Este trabajo lo desarrollan las instituciones que atienden a los
menores con trastornos de la conducta bajo el concepto de "Labor
social" que comprenden: escuelas de padres, visitas a los hogares,
entrevistas y correspondencia y seguimiento a los egresados.
En
las escuelas de padres se orientan, analizan y discuten temas para que las
familias adquieran los conocimientos necesarios que les permitan rectificar los
errores que cometen en la educación de sus hijos, ofrecen cultura pedagógica y
psicológica, así como contribuyen a estrechar los vínculos entre el hogar y la
escuela. Las visitas a los hogares, que tienen un carácter obligatorio para los
educadores, comprenden dos etapas esenciales: las que se hacen a todos los
alumnos y, posteriormente, las que se realizan a los que más lo requieran de
acuerdo con los fines y objetivos de trabajo pedagógico, tienen propósitos bien
definidos y requieren por parte del docente, una preparación previa donde se
toman en cuenta las características de los alumnos.
Las
entrevistas y la correspondencia son vías importantes y se consideran valiosos
métodos para la obtención de información. Dichas vías se emplean en
correspondencia con las particularidades y necesidades de cada familia y del
seguimiento a los egresados. Por medio de ellas se mantienen los vínculos con
los egresados por un período de tiempo no menor de dos años con el objetivo
básico de conocer y ayudar al egresado en el proceso de adaptación a la nueva
situación en que se encuentra; lo orientan y valoran sus relaciones sociales,
su disciplina, su asistencia a las
diferentes actividades que se programen por las organizaciones
correspondientes.
El
éxito del trabajo educativo y particularmente del reeducativo está en lograr la
participación activa y consciente de la familia. Mediante esta labor se puede
realizar el estudio polifacético de la familia, sus condiciones educativas, sus
posibilidades pedagógicas. Sin los conocimientos de las particularidades del
núcleo familiar, de su nivel moral, de su escolaridad, las relaciones
interfamiliares y las relaciones con los niños, no es posible trazar las pautas
necesarias para la mejor educación de los menores.
Los
menores con trastornos de conducta que son tratados en los policlínicos y los
hospitales pediátricos por psicólogos o psiquiatras infantiles son atendidos
frecuentemente en forma individual mediante el consejo pedagógico o en pequeños
grupos de Escuela de Padres. En algunos casos se llega a aplicar Psicoterapia
Familiar a los miembros de una familia determinada.
En
el plan experimental que está llevando a cabo el Laboratorio de Trastornos
Emocionales se contempla la plena capacitación del psicoterapeuta maestro para
llevar a cabo de manera sistemática la escuela de padres del grupo a su
cuidado. Se trata de evitar que estas escuelas de padres se conviertan en
Reuniones Escolares con los Padres que están más circunscritas a los aspectos
docentes.
Los laboratorios experimentales del CELAEE
El
Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Especial (CELAEE) es una
institución de coordinación que promueve el intercambio y desarrollo de la
Educación Especial en América Latina y el Caribe por lo cual utiliza las
diferentes vías de educación postgraduada y lleva a cabo estudios e
investigaciones científicas en el campo de la psicología y la pedagogía
especial.
La
institución fue fundada por acuerdo de los participantes en el Congreso
Pedagogía 90 celebrado en el Palacio de Convenciones de Cuba en Febrero de 1990
y trabaja para extender su acción a otros países del mundo.
Funciona
como un centro autorizado para el desarrollo y acreditación en las diferentes
vías de educación postgraduada y se nutre de las capacidades y potencialidades
científico‑pedagógico existente en el país, así como con la participación
de prestigiosos educadores cubanos y procedentes de los diferentes países del
área.
Cuenta
además con el apoyo de los principales centros docentes, universidades el país,
centros de investigaciones científica y otros organismos especializados
cubanos, tales como el Ministerio de Educación, el Centro de Neurociencias de
Cuba, la Universidad de la Habana, La Universidad Central y la de Oriente, el
Ministerio de Salud Pública, Los Institutos Superiores Pedagógicos, entre
otros.
En
el momento actual el trabajo experimental de este centro está distribuido en 7
laboratorios:
Laboratorio
de Retraso Mental
Laboratorio
de Problemas de la audición y el lenguaje
Laboratorio
de Deficientes Visuales
Laboratorio
de trastornos del Aprendizaje
Laboratorio
de trastornos Emocionales
Lab.
Diagnóstico Multidisciplinario
Aquí
nos referiremos únicamente al trabajo experimental del Laboratorio de
Trastornos Emocionales que se realiza en la escuela de conducta tipo I
denominada "Cheché Alfonso"
La
acción terapéutica en el tratamiento a niños con trastornos emocionales tiene
un carácter psicológico, pedagógico y medico.
La
cualidad fundamental de esta acción está dado por la aplicación del proceso
grupal en la influencia terapéutica al niño y a la familia.
Esta
influencia terapéutica debe concebirse como un sistema que tiene en cuenta las
características individuales de cada alumno y familia, es decir, la historia
personal y su transformación (evolución) dentro de la acción del grupo como
reparador de la personalidad desajustada.
El
desarrollo de la personalidad de los alumnos con trastornos emocionales exige
de un cambio en el modo de vida escolar sobre la base del enriquecimiento de
sus valores y experiencia social y la transformación de la conciencia. Esto se
logra en la medida en que el aprendizaje se procese en las relaciones sociales
y este se organice teniendo en cuenta las necesidades de los alumnos, en el
aquí y el ahora de la situación de aprendizaje que se programe, trayendo la
vida cotidiana al grupo y haciendo reflexiones conscientes que permita a los
miembros del mismo conocer su mundo interior. Estas consideraciones sobre la
acción terapéutica de la escuela son fundamentos básicos de la labor
correctiva-compensatoria y del modelo de atención interdisciplinaria que se
lleva a cabo en el centro, donde juega un papel esencial la relación tripolar
que se establece: entre el grupo, las actividades de los grupos clase y grupos
terapéuticos que se realizan, y el educador psicoterapeuta como coordinador de
la reparación grupal.
Nos
referimos en este capítulo a líneas de acción, con precisión de objetivos y
principios que no fueron extraídos de experiencias ajenas sino de la práctica
en la reorganización de la vida escolar de la institución, derivada de la
observación sistemática y la intervención en las actividades previstas en la
labor educativa del centro.
La
reorganización del modo de vida de la escuela para niños con trastornos
emocionales, con una concepción nueva de acción terapéutica tiene como
objetivos básicos los siguientes:
Preparar
adecuadamente a los alumnos para el tránsito a la Educación General Politécnica
y Laboral (Primaria-Media y Media Superior).
Aplicar
el proceso grupal como reparador de la personalidad desajustada .
Propiciar
reflexiones educativas terapéuticas en la familia para el cambio de actitudes
con los hijos.
Desarrollar
un trabajo profiláctico intensivo con niños en
riesgo de fracaso escolar y desviaciones sociales.
Desarrollar
de forma creciente una disciplina autorregulada.
Estos objetivos se resumen sobre la base de
principios básicos que rigen toda la acción terapéutica de la escuela.
Los
principios son:
Integración
escolar: Constituye el proyecto social que implica preparar en el menor tiempo
posible a cada alumno como miembro activo de un grupo e incorporarlo a la
organización plena de la actividad de aprendizaje institucional y a su medio
natural.
Carácter
diagnóstico pronóstico de la acción terapéutica en el grupo en el grupo:
Proceso de evaluación sistemático y coherente de cada miembro del grupo a
través del propio grupo que nos permita hacer valoraciones de las
transformaciones psicológicas ocurridas y proyector gradualmente el proceso de
desarrollo de la personalidad de cada alumno.
Utilización
del proceso grupal como base de la acción terapéutica escolar: Cambio en el
modo de vida escolar de manera que las actitudes que conforman la acción
terapéutica se organicen de forma sistémica en el grupo y que en éste se fijen
las pautas del comportamiento de cada miembro y aprendan, mediante la
autovaloración y reflexión a asumir en mayor o menor grado roles sociales.
Individualización
del tratamiento en el proceso grupal. Se trata de que en cada grupo clase o
grupo terapéutico como reparadores de la personalidad desajustada, se realice
el tratamiento a lo individual en la medida en que la historia personal de cada
miembro entronque en la propia historia terapéutica y social.
Integración
de la familia como grupo primario o interno a la acción terapéutica de la
escuela, como grupo secundario. Consiste en entrenar y modificar actitudes en
la familia mediante reflexiones grupales de la acción educativo de estos, que
posibiliten integrarla a la acción terapéutica escolar.
Consideramos ahora las condiciones
psicológicas y pedagógicas que deben cumplirse en el proceso compensatorio.
Serán las siguientes:
Organización
plena de la actividad de aprendizaje, donde se vincule estrechamente el
contenido, es decir lo temático con lo dinámico del proceso docente.
Mantener
la función activa de los alumnos en todo el proceso de corrección y
compensación. Que actúe como sujeto y ocupe distintos roles.
Dar
tratamiento a lo individual a través de las actividades grupales.
Utilización
de tareas variadas con contenidos de diferente nivel de complejidad según la
evolución sistemática de cada alumno en el grupo y teniendo en cuenta las
potencialidades de resistencia, concentración, voluntad y rendimientos de los
alumnos.
Utilización
de orientaciones algorítmicas para precisar paso a paso que acciones mentales
deben realizar para resolver una tarea.
Utilización
variada de medios de enseñanza que propicien una motivación mayor para una
asimilación más racional de los conocimientos.
Activación
de procesos cognoscitivos afectados.
Activación
del área motora y de la afectivo motivacional.
Utilización
de actividades variadas que permitan la toma de decisiones acertadas de los
alumnos.
Utilización
de ejercicios de caldeamiento físico y de relajamiento motor vinculados a la
actividades de aprendizaje del grupo.
Enseñarlos
a resolver problemas reflexionando causas y las posibilidades de solución
evitando situaciones conflictivas.
Aumento
creciente de niveles de flexibilidad y tolerancia.
Todas
estas condiciones deben verse reflejadas en el contenido y la forma de todas
las actividades que se organicen en la escuela.
Organización
escolar de la institución:
La
organización de la escuela tiene gran importancia en el modelo de atención
interdisciplinaria que se lleva a cabo, teniendo en cuenta como centro al
alumno y a la familia.
Esta
organización escolar se fundamenta en los principios básicos que rigen el
trabajo terapéutico de la escuela interrelacionando siempre los objetivos
generales y fundamentos de la escuela cubana. La distribución de las
actividades tiene un criterio terapéutico. Un primer grupo de actividades le
corresponde al área pedagógica, desarrollándose actividades tales como: clase,
tratamientos logopédicos, biblioteca, terapia musical, educación física y le
imparten además actividades de enriquecimiento de los procesos cognoscitivos.
Un segundo grupo de actividades corresponde al área Psicológica y a la aplicación
de otras alternativas de intervención complementarias. Estas son: Psicoterapia
Infantil. También se realizan actividades danzarias, plástica, laborales,
deportistas, culturales, recreativas y excursiones. Tanto la intervención
docente como terapéutica la realizan los maestros y auxiliares pedagógicas que
en su doble papel funcionan también como psicoterapeutas y coterapeutas
respectivamente.
Entre
las actividades de intervención docente destacamos la clase como la piedra
angular del tratamiento. Es una vía importante para la aplicación del principio
de individualización, teniendo por tanto siempre, al alumno como centro de cada
actividad de aprendizaje que se organice. Este principio se pone de manifiesto
mediante el trabajo en subgrupos.
La
conformación de los subgrupos contempla una etapa de preparación que posibilita
caracterizar pedagógicamente y en el comportamiento a los alumnos.
Es
de destacar que con cada alumno ubicado en los subgrupos se aplican después
distintas alternativas psicopedagógicas que posibilitan su preparación para una
adecuada inserción social.
La
determinación de cada alternativa es analizada y aprobada por todos los
especialistas del colectivo pedagógico.
El
maestro posee para su clase indicadores metodológicos correctivos-compensatorios
que no debe dejar de cumplir como parte de la acción terapéutica.
Enfoque
de la educación autorreguladora:
Uno
de los principios de la atención terapéutica a los alumnos con trastornos
emocionales es la educación autoreguladora.
Educar
a los alumnos para que aprendan a autoregularse tiene en su base el aprendizaje
del autocontrol, la autovaloración y la toma de decisiones acertadas. Para eso
enseñamos a los alumnos a proponerse objetivos socialmente valiosos sobre la
base de orientaciones adecuadas que permitan un proceso de modificación del
comportamiento de acuerdo con los fines trazados. Lograr esto en los alumnos
con trastornos emocionales requiere de la enseñanza de normas y reglas
esenciales de la conducta disciplinada. En este sentido se aplica un modelo de
disciplina general que se adecua a las características de cada grupo clase.
Esta
aplicación requiere de un análisis casuístico de las particularidades de cada
niño individualmente, es decir, qué saben, que normas tienen, qué hábitos les
falta.
Lograr
una disciplina autoregulada es el resultado de todo el trabajo educativo y
terapéutico de la escuela.
Como
retroalimentación de todo el sistema y del modelo de disciplina que se aplica,
se realizan los análisis de grupo.
Estos
análisis de grupos constituyen un mecanismo de regulación que propicia el
cambio en la conducta en correspondencia con las valoraciones objetivas del
colectivo; que ajusta el concepto de sí a la realidad y permite el desarrollo
de la autocrítica.
Los
resultados de los análisis de grupo son registrados de forma colectiva e
individual. Esto se deja a la creatividad de cada grupo clase.
Características
de la evolución de los alumnos en el proceso de acción terapéutica
El
proceso de influencia terapéutica al que se someten los alumnos y la familia en
la escuela nos permite ir valorando sistemáticamente su evolución.
La
constante observación como método de investigación importante nos posibilita
plantear que los alumnos con trastornos emocionales, sometidos a este programa
de influencias terapéuticas e interdisciplinaria van pasando por diferentes
etapas. Estas son: etapa de adaptación, de desbloqueo, de expresión y de
compensación terminal.
Para
la valoración de la evolución de los alumnos el equipo interdisciplinario
utiliza distintas vías que permiten además caracterizar el estado emocional de
cada uno. La caracterización del estado emocional puede estar enmarcada en
favorable, bastante favorable, desfavorable y sin evolución.
Para
elevar la calidad investigativa permanente del colectivo pedagógico y la
cientificidad de la aplicación de la acción terapéutica interdisciplinaria se
establece un proceso de recalificación conveniente y permanente que se realiza
mediante la utilización eficiente de distintas vías de trabajo metodológico. El
Laboratorio Experimental de Trastorno de Emocionales en el momento actual está
enfrascado en las líneas de investigación siguiente:
Desarrollar
un modelo teórico que oriente la investigación sobre el diagnóstico y la
atención integral a los niños con trastornos de conducta.
Perfeccionar
y desarrollar el diagnóstico con la utilización de tecnologías de avanzada.
Desarrollar
alternativas de atención a la familia.
El
trabajo preventivo en la escuela regular.
La
capacitación de un Educador-psicoterapeuta.
Desarrollar
un programa de atención psicopedagógica para el niño autista.