LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA. CONCEPCIÓN
PSICOLÓGICA Y PEDAGÓGICA DEL PROCESO DE INTERVENCIÓN.
Lic. María Mercedes Pérez Fowler
Para
abordar científicamente la conceptualización, caracterización y tratamiento de
los trastornos de la conducta, así como las premisas de su surgimiento en niños
y adolescentes hay que partir del conocimiento profundo de lo concebido como
características normales de la personalidad teniendo en cuenta los fundamentos
generales de la Psicología de las edades y de las etapas evolutivas del
desarrollo del niño y adolescente.
En
este sentido, la comprensión de los desajustes podrían valorarse más
exactamente en función de los intereses, motivaciones, aspiraciones de la
posición del escolar en su medio familiar y en la escuela, del grado de
conciencia y responsabilidad que va desarrollando, del cumplimiento de las
exigencias, del nivel de éxitos en el aprendizaje y estabilidad emocional de
cada caso. Es decir, hay que tener un estado crítico real de la norma en
dependencia, por supuesto, de las exigencias del medio y las características de
la edad y el grado. Esto permitirá un diagnóstico del trastorno de la conducta
más contextual y objetiva.
La Conducta de la categoría Personalidad
La
conducta, como forma especial de la actividad humana, no puede ser estudiada al
margen de la categoría Personalidad.
La
actividad es el medio real de existencia del hombre en tanto ser social, en
tanto personalidad.
En
nuestro medio la personalidad se analiza como sujeto de la actividad
transformadora del mundo, portadora de la conciencia y la autoconciencia.
La
personalidad es el sujeto de las relaciones sociales, que refleja, de forma
particular y específica, los influjos que sobre ellas ejerce la realidad
objetiva existente fuera o independientemente de su conciencia.
La
personalidad regula las relaciones entre el hombre y el medio que le rodea. Es
un sistema integral, dinámico, mediatizado por las influencias que sobre el
medio ejerce. Es el sujeto de la actividad y la comunicación social; el sujeto
de la actividad laboral y las relaciones interpersonales.
A
través de la personalidad discurre el proceso de realización de las relaciones
esenciales del hombre consigo mismo, con las demás personas y con la sociedad
en general.
En
la personalidad, como nivel más complejo de regulación psicológica se dan los
elementos más complejos de la conducta donde se tiene en cuenta el desarrollo
de los procesos psíquicos sin romper con la interacción de lo cognitivo y lo
afectivo.
Como
ya hemos analizado anteriormente, personalidad es el hombre como ser social lo
cual implica la posibilidad de autodeterminación, de autorregulación
compartamental más compleja.
La
personalidad es aquel individuo humano que ha alcanzado un nivel elevado de
desarrollo psíquico. Luego, ser personalidad con formas de conductas
individualmente adquiridas (o de experiencia), apropiarse de la experiencia
socio histórica acumulada por la humanidad.
En
la personalidad nunca desaparece el papel de lo natural, de lo biológico. En
cualquier estudio de su desarrollo, la personalidad es un ser natural, por lo
que también se subordina a regularidades biológicas.
En
el libro "Problemas Psicológicos de la Regulación de la Conducta
Social", los psicólogos E. U. Shorojova y M. Y. Bobneva señalan la conducta de la personalidad se determina
por la concepción del mundo, por los rasgos del carácter, por la experiencia de
la vida, por la actitud hacia el mundo circundante y por otros muchos factores.
Estas cuestiones adquieren un gran interés práctico, especialmente cuando se
habla sobre la formación de la línea general de conducta de la juventud.
Según
L. I. Bozhovich, una personalidad, es un hombre que ha logrado un alto nivel
cualitativo en su desarrollo psíquico. Este nivel se caracteriza por la
existencia de un complejo de propiedades que realizan una función en su
conducta y en sus relaciones con el medio. Es decir, la personalidad se
cristaliza en la conducta del sujeto concreto o lo que es lo mismo, la conducta
es una forma de expresión individual de la personalidad de cada hombre.
En
este sentido Rubinstein plantea que la conducta es la actividad organizada de
un modo determinado que establece la relación del organismo con su medio
ambiente. Por otra parte Luria es del criterio de que el desarrollo de la
conducta está ligada a la formación de los procesos psíquicos donde el sustrato
material es el cerebro y se forma en el proceso de la actividad y la
comunicación. Leontiev agrega a esto que la conducta es siempre social y que el
niño debe adquirirla a través de sus propios intercambios con el medio, con las
exigencias sociales, con las normas para las formas de comportamiento
cotidiano, donde la posibilidad de reflexionar sobre su conducta posibilita
activar el enfrentamiento consciente con el mundo que le rodea.
La
conducta es el arte y la forma individual de comunicación social, interacción y
cooperación del individuo. Se caracteriza por reflejar los objetivos,
motivaciones y enfoques de cada individuo.
Esta
es aprendida, es adquirida en el curso de la vida de cada sujeto. El
comportamiento humano no es una simple respuesta o reacción a los estímulos
externos en calidad de condicionantes directas como proclama el conductismo. Es
indudablemente, algo mucho más complejo. Lo que el hombre hace, como se
conduce, no es una reacción mecánica, ni un mecanismo instintivo, es una
conducta aprendida, determinada por la interacción activa del hombre con su
realidad inmediata, con sus condiciones sociales de existencia. Esto no niega la
importancia de determinadas situaciones, contingencias en la dinámica del
comportamiento humano, lo cual no significa que el hombre sea el fruto
inmediato de las contingencias, el objeto de tales situaciones. El hombre es
ante todo, sujeto de las contingencias, sujeto activo de la transformación del
mundo circundante y de su autotransformación.
Las
decisiones, como momento más importante de autotransformación en la conducta
expresa en si misma la unidad de lo cognitivo y lo afectivo porque no se actúa
solo por lo que uno sabe o conoce sino por el grado de motivación de la
comprensión. Este grado de motivación tiene en su base el sistema de
necesidades y motivos que imprimen la energía necesaria a todo comportamiento.
Según
Henger, psiquiatra francés, la conducta es la manifestación externa de la
personalidad pero expresa conocimientos, sentimientos, decisiones y
motivaciones. Esta varía con el desarrollo del individuo a causa de las
experiencias que va adquiriendo e integrando en la vida.
Grosmann
define en su introducción a la Pedagogía de los Trastornos de la Conducta en
Niños, el concepto de conducta como sus relaciones con el medio social,
caracterizándose éstos por sus posiciones, intereses y motivaciones. Partiendo
de este concepto puede apreciarse que conducta normal es lo único que le
posibilita al hombre, adaptarse a las exigencias típicas de la sociedad.
Este
concepto, sin embargo, es relativo y está en íntima dependencia con las
exigencias del medio social en el cual se desarrolla el individuo. Como conducta
normal deben ser entendidos también los cambios propios de la edad, por lo que
las particularidades psíquicas y específicas en el comportamiento no deben ser
tomadas como desviaciones o trastornos de la conducta.
El
trabajo interdisciplinario de muchos especialistas ha posibilitado el
intercambio en lo relativo al concepto y a la diferenciación entre un problema
o un trastorno de la conducta.
Diferencias
entre el problema y el trastorno de la conducta.
El Dr. Guinther Grosmann, especialista alemán, realiza una diferenciación
básica entre un problema y un trastorno de la conducta, partiendo del análisis
de las causas que lo originan, el nivel de profundidad de la alteración y su
incidencia en la formación de la personalidad.
Este
autor define el problema de conducta como: ...El
establecimiento de relaciones inadecuadas de interacción, cooperación y
comunicación social a causa de influencias psicosociales negativas, no
constituyendo una alteración severa ni estable en la formación de la
personalidad del escolar...
En
la definición planteada por este autor se observa, que el problema de conducta
es visto como una entidad, cuya característica fundamental que la diferencia
del Trastorno de la conducta es que la misma no es severa ni estable.
Un
problema de conducta puede surgir en niños con determinadas situaciones
conflictivas relacionadas con un mal manejo educativo en un momento determinado
de su vida. Si éstas tienen una rápida solución por parte de maestros y padres
puede desaparecer y, no afectar los rendimientos académicos.
La
definición de problemas de conducta deben verse en su sentido más amplio,
aplicada no sólo en escolares con intelecto normal que asisten de la Enseñanza
General, Politécnica y Laboral, sino también en niños que padecen de anomalías
en su desarrollo, tales como Retraso Mental, Sordo, Hipoacúsicos, Ceguera o
Debilidad Visual, Trastornos del Lenguaje, etc.
En
los casos señalados el problema debe verse como una deficiencia secundaria a
los defectos planteados.
No
todos los casos de escolares con bajos rendimientos docentes y conducta
desajustada deben diagnosticarse con trastornos de la conducta, sólo en el caso
que éstos desajustes lleguen a afectar el rendimiento escolar y hacer difícil
su integración a la vida social.
Refiriéndose
a esta idea I. A. Nensky, N. D. Belakivieva y Y. D. Mijalova, en su experiencia
pedagógica plantea:
Entre los difíciles y no difíciles no existe
un abismo infranqueable. En las filas de los segundos hay muchos
que están considerados como regulares, ya que presentan índices medianos en su
conducta, son descuidados, débiles, disarmónicos y reaccionan enfermizamente
ante todas las transgresiones que se producen en su derredor y, por tal razón
resultan alumnos con potencialidad grande de convertirse en difíciles. Este
tipo de alumno en condiciones normales se mantiene a pesar de todo, pero en
presencia de una infracción pierde con gran rapidez la seguridad en sí mismo.
En caso de fracasos continuos se afectan sus relaciones con el medio, con el
maestro, los padres y el colectivo del aula, cayendo así en el grupo de los
difíciles.
Los
criterios de estos autores coinciden en que el escolar con problemas de
conducta puede llegar a presentar un trastorno, en dependencia de las causas que
han dado lugar al desajuste, así como de la atención que hay por parte de
maestros y familiares.
Es
importante establecer los niveles de alteración de la conducta, donde
indicadores básicos son entre otros, la estabilidad, dominancia e intensidad de
los conflictos y motivos.
En
el problema de conducta los niveles o picos de ansiedad se han agudizado y los
motivos se están transformando, mientras que en el trastorno de la conducta
estos niveles son altos y afectan severamente la adaptación al grupo con una
transformación considerable de las necesidades, motivos e intereses.
Los trastornos de la conducta.
Consideraciones conceptuales.
La
entidad diagnóstica Trastornos de la Conducta constituye actualmente en nuestro
país una línea fundamental de investigación pedagógica y psicológica. Aunque se
ha logrado esclarecer muchos problemas medulares en esta entidad es preciso que
los especialistas unifiquen criterios en cuanto a la definición, ya que como se
ha planteado se utilizan muchas nomenclaturas a nivel internacional, además,
existen diversos criterios que deben ser analizados con detenimiento.
Con
el objetivo de dar a conocer algunas de las concepciones sobre esta
problemática, se impone el análisis de ideas al respecto.
La
Dra. Thelma Reca, de Argentina, al referirse a los inadaptados sociales,
plantea: Se trata del menor que se
aparta de modo señalado y persistente de las formas que dan posibilidad de vida
personal y convivencia social armoniosas y constructivas y adopta formas
reñidas o adversas a éstas.
Consideramos
que este criterio es incompleto y no se aviene a las concepciones sobre esta
problemática en algunos países. El concepto relacionado con la entidad,
Trastornos de la Conducta debe abarcar otros aspectos tales como: los causales
que provocan que el escolar se aparte del medio social que lo rodea, así como
la influencia que ejerce la conducta desviada en su aprendizaje escolar.
Las
autoras tienen en cuenta en su concepción, todo tipo de anomalías que se pueden
encontrar en el escolar, no sólo las relacionadas con la conducta propiamente
dicha, aunque como señalábamos en otro momento en los escolares Retrasados
Mentales u otra deficiencia de carácter biológico pueden presentar la
desviación conductual como factor secundario.
El
especialista de Alemania Gunther Grossman define el trastorno de la conducta
como: Afectaciones polietiológicas de
factores neurofisiológicos y sociales que influyen en el desarrollo de la
personalidad y afectan el aprendizaje.
En
este concepto el autor parte de tres aspectos fundamentales, dados en primer
lugar por el análisis integral del desarrollo de la personalidad partiendo de
la norma, en segundo lugar profundiza en las condiciones intra e
interpersonales para fundamentar la interrelación orgánica y social en el surgimiento
del trastorno, y en tercer lugar tiene en cuenta el aspecto del aprendizaje
como función social fundamental del niño en edad escolar.
En
el concepto se precisa la relación biológica y social en el desarrollo de una
personalidad desajustada y además concibe la posibilidad de que también existan
afectaciones neurofisiológicas que unidas a condiciones sociales desfavorables
den lugar a un trastorno de la conducta.
Las
bases biológicas y sociales están dadas por las afectaciones en las propiedades
y funciones fundamentales de los procesos del Sistema Nervioso Central y las
faltas que se cometen en el proceso de influencias pedagógicas, en la
comunicación social del niño y en la familia.
La
literatura especializada de Rusia al referirse al escolar con desviaciones
conductuales, lo caracteriza como niños difíciles, concretamente G. Bochkarieva
plantea el siguiente concepto:
Niños y adolescentes que infringen
sistemáticamente las normas morales y el orden establecido en la escuela o en
el albergue, no se subordinan a los adultos y estudian mal, trayendo todo esto
como consecuencia el fracaso escolar, el descontento de la familia, los
reproches de los maestros y el rechazo del colectivo o adolescentes que
perdieron su condición de escolares, así como las interrelaciones correctas con
los adultos y coetáneos en la familia y en la escuela.
Consideramos
que el concepto planteado por Bochkarieva se acerca más a la definición
planteada sobre Problemas de Conducta, o sea, son aquellos escolares indisciplinados,
conflictivos, que provocan desorden en el proceso docente educativo que con una
atención sistemática por parte de maestros y familiares pueden llegar a
mantener una conducta estable. Entendemos que su afirmación perdieron su
condición de escolares no procede para caracterizar este tipo de niño. Es
nuestra opinión que la condición de escolar no se ha perdido. El maestro debe
estar consciente de que está en presencia de un escolar con trastornos de la
conducta, que debe ayudar para posibilitar su incorporación a la sociedad.
Un
primer intento cubano de conceptualización psicológica y pedagógica, fue la
valoración de los diferentes aspectos planteados en las concepciones de la
antigua RDA y de la antigua URSS, llegando a la siguiente definición: La pérdida o detrimento de la capacidad
conductual de un niño, determinados por condiciones internas y por la
interacción con el ambiente, ocasionando desviaciones en el desarrollo de la
personalidad.
En
esta definición se precisa la influencia básica y determinante del aspecto
social en el desarrollo de la personalidad difícil y su incidencia tanto en el
aprendizaje como en las relaciones de comunicación social con otras personas.
Se valoran los problemas en la actualización del niño y del adolescente como
consecuencia de la relación que existe entre las condiciones internas y el
medio.
El
actual perfeccionamiento de la especialidad y los resultados de lo establecido
en el Decreto Ley 64 del 82 ha posibilitado un reanálisis del concepto, sobre
la base de aspectos pedagógicos y psicológicos. El concepto plantea lo
siguiente: Desviaciones que se presentan
en el desarrollo de la personalidad de los menores, cuyas manifestaciones
conductuales son variadas y estables, esencialmente en las relaciones
familiares, escolares y en la comunidad. Estas desviaciones tienen como base
fundamental las influencias externas negativas asociadas o no a condiciones
internas desfavorables.
El
estudio psicológico y pedagógico de las afectaciones de los escolares con
trastornos de la conducta también son alteraciones variadas y estables de la
esfera emocional volitiva como consecuencia de la interrelación dialéctica de
factores internos y externos, originando esencialmente dificultades en las
relaciones interpersonales y en el aprendizaje escolar.
Etapas más propicias para el surgimiento de
los trastornos de la conducta
La
búsqueda de mayor precisión teórico práctica en la caracterización de los
trastornos de la conducta nos hace plantear que la infancia es un concepto muy
importante para valorar adecuadamente el surgimiento de los trastornos de la
conducta.
Muchos
autores aseguran que este es el tiempo de aprendizaje, adquisiciones y
crecimiento, donde se producen también cambios físicos y emocionales, en la
cual se presentan momentos críticos.
Se
tiene en cuenta a la infancia como el período de la humanización donde se
produce un proceso de maduración y aprendizaje.
La
maduración nerviosa en el desarrollo es general y puede ser cronológicamente
situada independiente del ambiente exterior.
Sin
embargo además de la maduración es necesario el aprendizaje.
La
maduración prepara el terreno pero si sobre ella no se siembran estímulos
sociales la personalidad humana se forma con deficiencias. Para que progrese la
personalidad del niño son necesarios dos factores: maduración nerviosa más
estimulación adecuada.
Cuando
la estimulación coincide con la madurez del niño el aprendizaje es rápido y
perfecto y produce sentimientos de triunfo, alegría y bienestar.
En
la organización de la personalidad cuya traducción externa es la conducta
encontramos que cada nuevo estímulo es recibido en cada individuo según:
·
Sus reacciones a estímulos exteriores.
·
Los engranajes que haya establecido socialmente:
reacción defensiva, noción de peligro, agresividad socializada, relaciones.
·
Sus memorias de situaciones anteriores que se
enriquecen con la asociación e interpretación de todo lo vivido.
·
Grado de necesidad afectiva y de relación con la
expresión que va adquiriendo.
·
Recursos de adaptación actuales ante una situación
traumática, violenta, existe una distorsión conductual, es decir, se produce
una desorganización de la personalidad.
La
etapa más predisponente es la etapa escolar.
Caracterización de los trastornos de la
conducta.
Si
caracterizáramos a los escolares con trastornos de la conducta podríamos
plantear que la esfera más dañada es la afectivo-volitiva por la estructuración
inadecuada del ambiente educativo y la deficiente situación social de
desarrollo.
La
situación prolongada de tensión no permite el desarrollo de cualidades
positivas de la personalidad.
En
la actividad volitiva presentan deficiencias en las funciones de orientación y
regulación de la actividad. En los escolares con trastornos de la conducta
predominan los motivos más directamente relacionados con la satisfacción
inmediata de las necesidades sin analizar las consecuencias de su acción
manteniendo una relación deficiente con la realidad objetiva.
El
sistema de relaciones interpersonales tiene un carácter estrecho, unilateral y
poco estimulante. Actúan sin que medie la reflexión para la toma de decisiones
en la acción y no tienen adecuadas estrategias en la solución de situaciones
problémicas aunque realizan todos los esfuerzos posibles para vencer
obstáculos.
En
el área afectiva estos escolares manifiestan necesidad de afecto, torpeza en la
demanda del afecto y se deprimen, se frustran con facilidad. Es característico
en ellos, la falta de modelos positivos que le permita el aprendizaje de las
conductas correctas.
Presentan
deficiencias en la jerarquización de las necesidades inmediatas y en los
mecanismos de regulación conductual.
Tienen
pobre autocontrol que frenan considerablemente las posibilidades de
independencia personal. En estos escolares se afecta el desarrollo de
convicciones, ideales de la autovaloración y la autoconciencia.
Los
alumnos con trastornos de la conducta no tienen afectación primaria en la
esfera cognoscitiva, pero tienen dificultad en el aprendizaje escolar con
insuficiencias en la formación de intereses cognoscitivos.
El
déficit atencional por estados de tensión y las manifestaciones de ansiedad y
angustia son considerables.
Los
niveles de realización y éxitos son ambivalentes, algunas veces actúan bien y
en otras fracasan.
Como
pueden apreciar, aunque el intelecto es normal la sintomatología general de las
afectaciones en el área afectivo motivacional se evidencian a través de la
ansiedad, muchas veces por el aumento de exigencia.
Concepción psicopedagógica del proceso de
intervención
La
Pedagogía Especial para la educación a escolares con trastornos de la conducta
tiene leyes, principios y metodología que se sustentan en todos los fundamentos
teóricos psicológicos planteados. Estas leyes y principios no están
desvinculados de los postulados teóricos de la Escuela Histórico Cultural e
Instrumental de Vigotski.
En este sentido, debemos tener clara la concepción general acerca de la enseñanza y la educación a estos escolares. La acción interrelacionada del proceso enseñanza y educación tiene un carácter correctivo compensatorio. En él se deben entrelazar de forma adecuada tanto el desarrollo de conocimientos hábitos y habilidades, como el desarrollo de intereses, motivaciones y modos de actuar socialmente aceptables. La correcta caracterización por parte de los especialistas para la comprensión más exacta de las potencialidades de los escolares, partiendo no sólo de qué saben, sino qué es lo que le queda por saber y cómo lo pueden saber mejor, constituye el punto de partida para establecer de forma objetiva, las estrategias de intervención más específicas. Debe propiciarse un proceso de enseñanza que coadyuve a la transformación social y personal.
La
calidad de estrategias no puede desentenderse del papel de la actividad y la comunicación. Se trata
de una actividad socializadora, orientada hacia la formación de motivos e
intereses para una actuación consciente y hacia el desarrollo de cualidades
positivas de la personalidad, así como también a la enseñanza de la toma de
decisiones para realizar una acción y no otra lo cual implica una forma de
conducta determinada.
El
proceso de comunicación representa la expresión más completa de las relaciones
humanas. Mediante ésta el hombre sintetiza, organiza y elabora de forma cada
vez más intensa toda la experiencia y el conocimiento humano que obtiene como
individuo en la sociedad.
En
la comunicación interpersonal, dice N. Korniev...cada participante percibe al otro, como un sujeto, la reacción de uno
provoca inmediatamente la reacción de respuestas del otro. Este intercambio de
reacciones recíprocas fortalece o cambia la conducta de los que se comunican,
provocan la activación bilateral de sus esfuerzos, con el objetivo de resolver,
lo más rápidamente posible un problema común, en ella, cada uno sirve al otro
para servirse a sí mismo.
Para
que la comunicación sea óptima es necesario que el escolar:
1. Hable
en primera persona, sin esconder sus sentimientos
2. Sepa
expresar sus sentimientos abierta y francamente, de forma tal que lo que se diga,
se corresponda exactamente con lo que se siente.
3. Que
no culpe en ningún momento a sus compañeros de las dificultades que puedan
aparecer.
4. Que
plantee lo que le preocupa de manera más concreta y palpable posible.
Desde
el punto de vista empírico, la adecuada comunicación implica que exista una
convivencia tranquila, ya que mediante ésta se pueden comprender, conocer y
aceptar las personas.
En
este mismo sentido, B. F. Lomov plantea que...en las condiciones de comunicación se forma cierto mecanismo general,
que une las acciones del sujeto... y el resultado de la comunicación se
relaciona ante todo con uno u otro cambio en la conciencia, la conducta y las
propiedades psicológicas de los participantes.
Por
lo tanto en la comunicación se descubre el mundo subjetivo del escolar y
mediante la misma se recibe información de los intereses, motivos, fines y
formas de conducta de los alumnos que posibilitan al maestro conocer,
controlar, modificar, estimular y en fin trazarse vías concretas de actuación
para individualmente trabajar; atendiendo a las particularidades de su
comportamiento.
La
comunicación es una fuente de vivencias, pero además una fuente inagotable para
la reflexión y elaboración de los criterios personales, mediante ella el
individuo se expresa de forma creativa a partir de la participación y
conocimiento que tenga en los diferentes aspectos de la vida social. Las
vivencias que se van obteniendo se expresa mediante el lenguaje, donde se ponen
de manifiesto sus sentimientos y emociones.
La autorregulación
de la conducta es otra tarea básica de la Pedagogía Especial. La
autorregulación está en la base de muchas formaciones psicológicas tales como
la autovaloración, la independencia, el autocontrol, la autoconciencia.
Enseñar
a los alumnos a autorregular su actuación es establecer un sistema de
influencias que implique una intensificación en la acción terapeútica de manera
que el alumno conozca y comprenda siempre qué hacer, cómo hacer y por qué,
enseñándoseles a tomar decisiones acertadas y a proponerse objetivos
socialmente valioso.
En
este sentido se deben utilizar en todas las actividades escolares mecanismos de
orientación, regulación y reforzamientos que posibiliten el enfoque sistémico y
correctivo compensatorio.
Los
escolares deben comprender la utilidad de las normas y exigencias que se
enseñan teniendo una participación activa y dinámica en el análisis de estas;
de manera que puedan reflexionar sobre ellos y les resulten claras y exactas.
Debemos
lograr también mayores posibilidades de independencia en la ejecución y puesta
en práctica y un adecuado proceso de control mediante la valoración y la
reflexión.
Resulta
importante en el aprendizaje de la conducta correcta establecer mecanismos que
interrelacionen la percepción, la acción del área periférica y el lenguaje. El
alumno tiene que aprender haciendo, reflexionando sobre la acción que va a
realizar y es importante que sienta satisfacción por lo que hace.
La
Pedagogía Especial para la educación de alumnos con trastornos de la conducta
tiene también como tarea importante la enseñanza de la autovaloración en los
escolares.
La autovaloración
comprende el saber valorar sus propias fuerzas y posibilidades del yo, con
espíritu crítico, calculando éstas con relación a las tareas y exigencias del
medio circundante, es la base del nivel de aspiraciones, de pretensiones.
Debemos
trabajar en función de la autovaloración pues ésta constituye el elemento
necesario para el desarrollo de la autoconciencia.
La
autovaloración está presente en todo acto de conducta, es un factor importante
en la orientación del comportamiento.
El
carácter de la autovaloración determina la formación de ciertos rasgos de la
personalidad, sufriendo transformaciones específicas de acuerdo con la edad.
Es
comprensible la idea de que para lograr un estado psíquico normal es sumamente
necesario estar de acuerdo consigo mismo, es decir, saber autovalorarse
adecuadamente y tener una idea correcta de las propias posibilidades.
Las
valoraciones que hacen los demás de la actividad de los escolares y el valor
que da el propio niño de los resultados de su actividad son elementos
fundamentales para desarrollar en los alumnos con trastornos de la conducta la
autovaloración.
En
este sentido juega un rol básico la intensificación de la aplicación de una teoría y metodología de grupo donde se
interrelacionen ampliamente la dinámica e interacción de todos los miembros del
mismo.
Lograr
la interacción grupal implica la organización adecuada de todos los medios y
tareas a través de las cuales los niños se van a relacionar los unos con los
otros como sistema social de desarrollo.
Para
que el grupo cumpla su rol correctivo compensatorio la estructura de este debe
tener un carácter tridimensional o tripolar. Esta se enmarca en la dinámica e
interrelación que se establece entre el grupo, la tarea y el coordinador; entiéndese maestro quien se convierte
en tercero excluido, estableciendo el diagnóstico de la realidad del grupo,
conociendo sus necesidades y convirtiéndose como terapeuta, en facilitador de
la realización de la tarea del grupo.
Importante
resulta que en las actividades en grupo se brinden posibilidades de
comunicación de manera que se desarrolle la socialización y las relaciones
interpersonalse. Es necesario además reflexionar y a decidir las normas
apropiadas para todos.
La unidad de criterio y de acción en el
colectivo pedagógico en todo el sistema de influencias
educativas y correctivas compensatorias debe verse reflejada en la calidad de
la organización plena de la actividad de aprendizaje; en la que tanto la
dirección como la estimulación de la actividad cognoscitiva juega un papel
fundamental.
Esta organización plena de la actividad de
aprendizaje plantea pedagógicamente una interrelación
dialéctica entre dos factores esenciales; lo temático y lo dinámico del proceso
de enseñanza.
Lo
temático está referido a la relación sistémica entre todos los componentes
esenciales del proceso enseñanza y lo dinámico está dirigido al aspecto contextual, es decir, a conocer
a quienes va dirigido el proceso para organizarlo teniendo en cuenta la
caracterización de los escolares, como son sus relaciones, sus potencialidades,
cognoscitivas, afectivo motivacionales y de la conducta e incluso de la
situación familiar. Lo relacionado con el tiempo, digamos también, el aquí y el
ahora en el proceso dinámico de la actividad de aprendizaje implica el análisis
de lo que el alumno puede hacer con ayuda y sin ayuda en un momento concreto,
respetando el espacio del grupo, como grupo y el de cada uno de sus miembros.
También
es básico enlazar cada actividad con la vida cotidiana, en este sentido,
hablamos de poner en movimiento toda la actividad del grupo, la cual debe
concluir siempre con un momento esencial de reflexión y de concientización con
relación a lo acontecido. Esto nos permitirá conocer el mundo interior de todos
los escolares.
El
proceso de intervención de los alumnos con trastornos de la conducta tiene un carácter dual; es decir al niño y a la
familia.
El
colectivo pedagógico debe saber todo lo relacionado con las familias,
comprender mejor el grado de incidencia que ésta tiene sobre las
manifestaciones educativas negativas de los alumnos. De esta manera podrá
actuar sobre la influencia del hogar y modificar actitudes negativas hacia los
niños y adolescentes, posibilitando un proceso correctivo compensatorio de
mayor calidad.
Aspecto
importante resulta la captación del
personal para que aprenda a accionar educativamente con una escuela abierta
a la diversidad, respetan la individualidad de cada niño en el grupo.
Resumiendo
podemos plantear que:
·
Hay
que reconocer que es imposible exigir del niño ninguna forma de conducta que no
se le haya enseñado antes. Cualesquiera que sean los motivos del niño; él sólo
podrá hacer lo que sepa cómo hacer; pues la conducta se aprende.
·
La conducta se realiza sólo como condición de que
el hombre quiera y pueda conducirse en una forma determinada es decir, cuando
además del motivo exista el conocimiento y la habilidad.
·
En la enseñanza de cualquier tipo de conducta
existen componentes básicos: los conocimientos, hábitos, habilidades concretas,
cuya asimilación es necesaria para el cumplimiento exitoso de esa actividad y
hay que enseñárselos al niño de forma gradual y consecutiva. De esta forma se
motiva la conducta y se prepara al alumno para llevarla a cabo, después podrán
proceder las exigencias.
·
La formación de la conducta necesita también de la
orientación, una orientación que implique la enseñanza de modelos positivos de
actuación mediante el EJEMPLO.
·
La organización y el cambio en el modo de vida
escolar son factores educativos básicos para la conducta correcta.
·
Cuando el alumno participa activamente en la
actividad y en todo el proceso educativo conoce más rápidamente e interioriza
qué se espera de él, cuál debe ser el producto de su actividad y en qué medida
ha alcanzado los resultados esperados. De este modo renace el interés y el
empeño por la autodirección, se va logrando una conciencia de sí y mayor
autoestima, desarrollándose las posibilidades de autovaloración y la capacidad
de autocontrolar la conducta.
·
Debemos recordar siempre que el proceso de
enseñanza y educación de los alumnos con trastornos de la conducta fracasaría
si se limita a un conjunto de medidas de influencias sobre el educando,
ignorando su mundo interior, sus necesidades, sus pensamientos y aspiraciones.
Esto obedecería a una comprensión mecánica, simplista y no humanista de la
Educación Especial.