EL PAPEL DE LA ENSEÑANZA Y EDUCACIÓN EN EL
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD DE LOS ALUMNOS CON TRASTORNO DE LA CONDUCTA
LIC.
MARÍA MERCEDES PÉREZ
El
proceso de enseñanza y educación son dos componentes esenciales en el
desarrollo de la personalidad. Estos se manifiestan estrechamente
interrelacionados en el proceso docente educativo pues en la misma medida que
se enseña se educa y cuando se educa se enseña.
En
el desarrollo de la personalidad de los alumnos con trastornos de la conducta
en el laboratorio "Cheché Alfonso", este proceso está
indestructiblemente vinculado con la acción terapeútica integral que
intensifica y activa todas las potencialidades de los alumnos para corregir y
compensar los desajustes conductuales.
Qué
papel juegan la estrecha interrelación entre la enseñanza, la educación y la
acción terapeútica?
El
proceso principal que caracteriza el desarrollo psíquico del niño con
trastornos de la conducta es el proceso de la asimilación o de apropiación que
hace éste de los logros del desarrollo de las generaciones humanas antecesoras.
Este desarrollo psíquico está caracterizado por dos elementos esenciales:
·
La actividad, el carácter activo de su relación con
dos objetos de acuerdo con sus
posibilidades.
·
-La orientación de los adultos y la influencia del
grupo clase.
Es
en la actividad concreta con los objetos y
fenómenos del mundo circundante que se produce la información y
habilidades contenidas en estos objetos. En esta actividad juega un papel
importante la orientación de los adultos y la influencia de los miembros del
grupo clase.
El
adulto asume la función de orientador y
facilitador de la acción del grupo en la actividad y el grupo funge como
desarrollador y reparador de la acción individual de cada uno de sus miembros.
En
este sentido, la actividad debe estar organizada con intensificación y
activación de los procesos psíquicos cognoscitivos y del área emocional en la
que estos alumnos básicamente tienen desajustes y alteraciones.
Como
resultado de una actividad organizada y dirigida con esta especificidad los alumnos no sólo procesan
información y forman habilidades sino también se apropian de la orientación.
Estas
orientaciones necesarias para que los alumnos aprendan a actuar, a realizar las
acciones en una situación dada son las que determinan el desarrollo.
El
maestro orienta al alumno las acciones
mentales que debe realizar en relación con el objeto de la enseñanza y
pueda así no sólo conocerlo sino formar habilidades que impliquen interiorizar
y aplicar el nuevo conocimiento.
Es
en este proceso en el que los alumnos necesitan apropiarse de las acciones
mentales esenciales que le permitan asimilar las fuentes del conocimiento al
actuar con éste en la actividad.
Ej.:
Al inicio del 1er. grado en la asignatura Matemática los alumnos necesitan
conocer los elementos de cada conjunto, qué son, cuáles son y hacer
corresponder uno a uno los elementos de dos conjuntos para poder establecer la
comparación. La ejercitación sistemática de estas acciones permitirá que llegue
el momento en que los alumnos no recurran a todas las acciones mentales realizadas
y que solo de observar los conjuntos
puedan hacer la comparación. Sobre la base de este desarrollo que alcanzan los
alumnos deben plantearse nuevas metas que se correspondan con un nivel
inmediato de desarrollo de los alumnos.
Tratándose
de un mismo contenido, lo importante y necesario es el modo y el carácter de
las acciones mentales de los alumnos con el material de estudio.
Es
necesario precisar que si el material escolar y las tareas que se plantean a
los alumnos están por debajo de sus posibilidades, las fuerzas intelectuales
del niño se adormecen y se desarrollan lentamente.
Por
esa razón, en el laboratorio "Cheché Alfonso" la caracterización
psicopedagógica que hace el maestro al inicio de cada curso escolar le permite
conocer cuáles son las potencialidades intelectuales de los alumnos y realizar
subgrupos de trabajo en los grupos clase que posibilitan mayores éxitos.
La
forma de organización de la actividad de aprendizaje que se planifique, la activación general de todas las acciones
mentales, la actitud de la motivación permitirá una asimilación más
consciente del conocimiento.
Pero
no basta con todo esto para un desarrollo activo e integral de la personalidad.
La
función de la escuela "Cheché Alfonso" no se reduce solo, ni en primera
línea a la asimilación de los conocimientos y la formación de las habilidades
mediante la organización y dirección del proceso de enseñanza.
Hay
que tener bien claro que la enseñanza es un camino importante para la educación
y la corrección y compensación de los trastornos de la conducta; y que cuando
se educa, se enseña y transformo o reparo la personalidad alterada, pues en
todos los momentos del proceso de enseñanza y educaciones hay como resultado
aprendizaje en su sentido más amplio.
Por
estas razones, lo necesario es que se dirijan y desarrolle de tal modo que la
enseñanza y la educación contribuya no sólo al desarrollo intelectual-mental de
los alumnos sino al desarrollo integral de la personalidad.
Por
tanto, el desarrollo de la personalidad como un todo, se condiciona solo si la
dirección y organización del proceso de enseñanza tiene una condición de
plenitud coherente y ascendente. Es decir tiene en cuenta tanto el contenido
que se va a enseñar como lo dinámico del proceso. Sobre la base del contenido
que se impartirá no se pueden entonces, perder de vista las características de
los alumnos con que se trabaja, cómo se trabaja, con qué se cuenta para
accionar con ellos, el momento, la situación concreta y más actualizada del
momento en que se imparte el contenido así como los niveles de reflexión y
valoración de todo el proceso por parte de los alumnos, de manera que éstos
sean realmente sujetos activos de su propio aprendizaje en un medio flexible,
tolerante, agradable y reflexivo. En
todo caso, la calidad del aprendizaje dependerá pues de que se tenga presente
que lo que educa y forma la personalidad es la actividad, que ésta debe
ser socializadora, orientada de manera tal que forme en los alumnos aquellos motivos,
intereses y actitudes, que son necesarios para una actuación consciente y
el desarrollo de cualidades positivas.
En
la formación y desarrollo de cualidades positivas de la personalidad existen
componentes comunes e íntimamente relacionados entre sí: los conocimientos, los motivos, necesidades
y modos de actuar.
Como
ya planteamos; los conocimientos se forman en la actividad y éstos tendrán
éxito si cumplen con las siguientes características:
·
Actividad adecuada a la edad, grado y
características psicopedagógicas de los
alumnos.
·
Responde a los intereses de los alumnos.
·
Existe una actuación consciente del alumno en la
medida que toma decisiones.
·
El alumno cuenta con la orientación adecuada.
·
El alumno participa activamente alcanzando más
independencia en las acciones.
·
Se atienden las particularidades individuales en el
propio grupo clase de manera que todos
sientan alegría de superar
dificultades.
Solo
así se lograrán actitudes positivas hacia el conocer y hacia la actividad
escolar, pues los intereses cognoscitivos mueven al alumno hacia el
estudio y cuando hay experiencias de éxitos por mínimos que estos sean, se
fortalecen y se acrecientan.
Un
rasgo importante del interés cognoscitivo es su aumento con la satisfacción, lo
que determinará en los alumnos el surgimiento de una necesidad mayor de
conocer.
Las
necesidades se forman en las relaciones sociales que se establecen con los
niños del grupo clase y con los adultos como coordinadores. Las motivaciones o actitudes hacia el
estudio dependen de la manera en que se desarrollen esas relaciones en la
actividad diaria.
En
la educación de alumnos con trastornos de la conducta educar necesidades y
motivos implica:
·
la no utilización siempre de exhortaciones,
orientaciones y consejos
·
la formación de motivos adecuados para que la
ejercitación de una forma de conducta
determine una formación estable
·
conocer que los conocimientos por sí solo no
aseguran la conducta pues si los
motivos internos son débiles e ineficaces
los conocimientos, hábitos, habilidades y los modos de actuar son también insuficientes e ineficaces
·
que los alumnos reconozcan en la práctica, la
necesidad de tener en cuenta las
exigencias de los adultos, de adecuar su conducta a las normas y reglas establecidas por el grupo clase, la institución y la sociedad, aprender a
autocontrolarse y desarrollar su
voluntad a través de actividades que generan
emociones positivas individuales y grupales.
Como
se puede apreciar, en el proceso de enseñanza y educación en los alumnos con trastornos
de la conducta juega un papel fundamental el grupo.
En
el grupo se amplían las posibilidades de nuevas exigencias y se forman valiosas
motivaciones.
Si
en el grupo se establecen exigencias de conductas socialmente aceptadas y se
elabora una opinión social única que determina valoraciones de la conducta,
capaces de desempeñar un papel rector de las cualidades morales; entonces se
forman valiosas motivaciones.
La
formación, educación y reparación de la conducta de los alumnos en el grupo,
depende del tipo de relaciones que se establezcan de las reglas morales que la
regulen y de las tendencias que surgen y se reflexionan en el mismo.
Reconocida la importancia de la correcta
adquisición de los conocimientos a través de una enseñanza que desarrolla, de
la necesidad de formar el sistema de necesidades y de los motivos que las
satisfacen, de modo que se constituyan en una guía positiva de la acción, es
preciso hacer referencia a la conducta o modo de actuar.
La
conducta o modos de actuar, como los conocimientos, dependen de las necesidades
y motivos que lo condicionan. Pero es preciso tener en cuenta que la misma
es objeto de la educación y que para el logro de formas adecuadas de actuar, es
importante pero no suficiente la formación de motivos que orienten la conducta.
Hay
que reconocer que es imposible exigir del niño ninguna forma de conducta que no
se le haya enseñado antes. Cualesquiera
que sean los motivos del niño; él solo podrá hacer lo que sepa cómo hacer; pues
la conducta se aprende.
La
conducta se realiza solo como condición de que el hombre quiera y pueda
conducirse en una forma determinada es decir, cuando además del motivo exista
el conocimiento y la habilidad.
En
la enseñanza de cualquier tipo de conducta existen componentes básicos: los conocimientos, hábitos, habilidades
concretas, cuya asimilación es necesaria para el cumplimiento exitoso de esa
actividad y hay que enseñárselos al niño de forma gradual y consecutiva. De esta forma se motiva la conducta y se
prepara al alumno para llevarla a cabo, después podrán proceder las exigencias.
La
formación de la conducta necesita también de la orientación.
La
organización y el cambio en el modo de vida escolar son factores educativos
básicos para la conducta.
Por
todo lo planteado hasta aquí, podemos resumir que conocimientos, necesidades,
motivos y modos de actuar se integran y determinan las cualidades de la
personalidad.
Cuando
el alumno participa activamente en la actividad y en todo el proceso educativo
conoce más rápidamente e interioriza qué se espera de él, cuál debe ser el
producto de su actividad y en qué medida ha alcanzado los resultados
esperados. De este modo renace el
interés y el empeño por la autodirección, se va logrando una conciencia de sí y
mayor autoestima, desarrollándose las posibilidades de autovaloración y la
capacidad de autocontrolar la conducta.
Debemos
recordar siempre que el proceso de enseñanza y educación de los alumnos con
trastornos de la conducta fracasaría si se limita a un conjunto de medidas de
influencias sobre el educando, ignorando su mundo interior, sus necesidades,
sus pensamientos y aspiraciones. Esto obedecería a una comprensión mecánica,
simplista y no humanista de la Educación Especial.