EL NIÑO CON TRASTORNOS EN LA CONDUCTA, DIAGNOSTICO E INTERVENCIÓN INTEGRAL
PROFESORA
PRINCIPAL: LIC. LOURDES ILIZASTEGUI
DEL PORTAL
CELAEE.
LA HABANA, CUBA.
INTRODUCCIÓN
Al
triunfar en nuestro país una Revolución que transforma profundamente las
estructuras económicas y sociales, se abarcan nuevas perspectivas y necesidades
en todos los campos. La educación se hace masiva, modifica radicalmente sus
características. En el marco de las grandes transformaciones surge un
sub-sistema de Educación Especial que ha permitido dar una solución adecuada y
progresiva a la atención y educación de los niños con necesidades educativas
especiales.
a
importancia de atender al niño de conducta alterada no se hizo esperar, se creó
una red de escuelas en todo el país.
La
concepción inicial de Trastornos de la Conducta ha ido sufriendo modificaciones
conceptuales y en nuestro medio se realizó un trabajo de unificación de
criterios entre especialistas de los diferentes organismos que tienen la misión
de educar a menores de conducta alterada y se elaboró el Decreto Ley 64 de
1982 que especifica tres categorías de menores con alteraciones de la
conducta y se despenalizó la conducta delictiva de los mismos, considerando que
el tratamiento a los menores es en lo fundamental, una tarea educativa que
corresponde a los Ministerios de Educación y del Interior.
Resulta
difícil acabar de dejar sentadas las bases para llegar al diagnóstico de los
Trastornos de Conducta, más difícil es llegar a un enfoque unánime de
tratamiento que debe realizarse considerando que rebasa los límites de la
Psiquiatría y llega a tener una dimensión interdisciplinaria.
Este
curso que estamos ofreciendo aspira a debatir en el terreno teórico como en el
práctico la importante temática del niño emocionalmente alterado y
fundamentalmente su enfrentamiento terapéutico por pedagogos, psicólogos,
psiquiatras y sociólogos entre otros. Aún en nuestros días esta materia está
dentro del terreno de la investigación pero la tarea a realizar es de todos y
debemos trabajar para que las futuras generaciones arriben a conclusiones
unánimes más científicas.
CONSIDERACIONES
Las
investigaciones realizadas en nuestro medio para caracterizar al menor con
trastornos de conducta ha dado hasta el momento los siguientes resultados:
·
Las edades más frecuentes entre las cuales se
presenta esta alteración en el proceso de formación de personalidades rebasa
los 10 años (no dejan de presentarse casos con menor edad).
·
Los menores en su gran mayoría, tienen una
escolaridad que no sobrepasa el 7mo grado, encontrándose casos con estadios de
primero y segundo grados de edades más avanzadas.
·
La repitencia y el retraso escolar es una
característica asociada a este tipo de problema.
·
La presencia de dificultades en el lenguaje, las
cuales se presentan en aproximadamente la tercera parte de los menores
integrados a la muestra estudiada. Esta deficiencia influye también en forma
negativa en el proceso de aprendizaje y de interrelaciones personales de estos
menores.
·
La falta de intereses adecuados hacia el estudio,
lo cual constituye también una de las causas de sus dificultades en el proceso
de adquisición de conocimientos y de incorporación a la actividad escolar.
·
En relación con el indicador desarrollo intelectual
se observa que la media del rendimiento está dentro de los niveles normales
bajo, considerándose como resultado de las influencias sociales y educativas
recibidas.
·
Se observa un alto por ciento de ausentismo a la
escuela.
·
En las investigaciones analizadas en los grupos de
menores predomina el sexo masculino.
·
Las actividades antisociales que con más frecuencia
se cometen son las tipificadas como hurto y robo, y se encuentran en el 90 y 95
% de los menores estudiados; se presentan otras con menor cuantía, como son:
falsificación, daño a la propiedad social, escándalo público, riñas, negocios
ilícitos, etc. Se pudo precisar que los objetos robados en general, eran para
la satisfacción de necesidades personales inmediatas.
·
Existen serias dificultades y deficiencias en
relación con la dinámica familiar y sistema de influencias educativas ( 50 y
100 % de los casos).
Todas
estas consideraciones nos hacen concluir que el menor con alteraciones de
conducta se caracteriza porque manifiesta desajustes en su esfera emocional, en
su esfera social o en ambas a la vez. Esta consideración nos lleva al
planteamiento de que el menor con estas alteraciones debe ser considerado un
niño-dual; niño-padres. Es decir que nos quedaríamos a medias si
caracterizáramos solamente al menor y no consideramos la caracterización del
medio familiar con conducta alterada. Además del planteamiento de posibles
actitudes rechazantes, sobreprotectoras, perfeccionistas, etc. de los padres,
tenemos que considerar las condiciones materiales de vida, la atención escolar
y social que el niño recibe en general.
·
Las investigaciones realizadas en nuestro país para
caracterizar el medio familiar de los menores con trastornos de la conducta
concluyeron que la dinámica familiar en estos escolares presenta indicadores
negativos como unión conyugal disuelta, relaciones familiares malas o
regulares, nivel sociocultural bajo, vivencias familiares traumáticas,
ausencia de modelos positivos, carencia afectiva y padres con falta de
autoridad.
·
La presencia de madres menores de 19 años en los alumnos
con trastornos de la conducta también es un dato de interés, dadas las
dificultades que esta condición entraña en el proceso de atención, cuidado y
educación que recibe el niño en el seno de la familia.
·
Resulta significativo que las vivencias en estos
menores generalmente presentan características negativas; índice de esto es el
grado de hacinamiento que se observa.
·
Los índices de enfermedades infecciosas de la madre
durante el embarazo como indicadores de riesgo en el parto y enfermedades
adquiridas por el niño en los primeros años, se encuentran entre un 30 y un 60
%.
·
Existe un por ciento considerable (50-90%) de los
padres que no ejercen control alguno sobre la disciplina de sus hijos y no se
sienten responsables ante sus conductas antisociales; desarrollan las
actividades que realizan fuera de la casa, sus amistades y, en general, se
observa despreocupación por el cumplimiento de los deberes escolares y
sociales. En esto se pone de manifiesto el hecho de que incluso en algunas
investigaciones se señala que la mayoría de los menores tenían hábitos de
deambular hasta altas horas de la madrugada, sin que los padres tuvieran
control de esta situación.
·
Las relaciones y el ambiente familiar son muy
negativas, incluyendo en esto las riñas, escándalos, padres alcohólicos, etc.
Los métodos educativos de los padres, utilizados están basados en la amenaza y
en el castigo corporal, los cuales se ponen de manifiesto entre el 60 y 100 %
de la muestra estudiada.
·
En general los componentes fundamentales de los
núcleos familiares de estos menores constituyen modelos negativos, ya que entre
el 50 y 100 % de los casos mantienen conductas delictivas y antisociales.
·
En algunas investigaciones se puso de manifiesto la
falta de atención afectiva y material de los padres y familiares hacia los
menores.
·
Algunas de estas investigaciones destacan la
composición numerosa de los núcleos familiares, pudiéndose señalar que la
cantidad de miembros de su núcleo oscila entre 8 y 12 personas, lo cual se
relaciona con el hacinamiento y la promiscuidad.
·
En las investigaciones se observa que los
familiares de los menores transgresores no poseen una correcta línea educativa,
prevalecen en sus relaciones, la carencia afectiva, ocasionando la deformación
de la comunicación adecuada con los adultos y demás miembros del núcleo
familiar, lo cual no permite que los menores desarrollen cualidades positivas
en su personalidad, al no contar con las vías adecuadas para asimilar las
normas y valores socialmente aceptados.
En
cuanto a la evaluación y diagnóstico de las alteraciones emocionales de los
niños existen controversias continuas respecto a si es más apropiado un modelo
de diagnóstico médico o psicosocial. A este respecto, sigue habiendo dos
escuelas de pensamiento.
El
método psiquiátrico descriptivo puede llegar a ser el sistema más utilizado
para la clasificación y el método empírico dependiente de las descripciones
conductuales. Ambos no nos proporcionan un sistema válido y confiable. El uso
del rotulado, la etiqueta se ha enfrentado a muchas objeciones sobre la base de
que hace hincapié en los aspectos negativos, se refiere sólo a una porción
pequeña del funcionamiento del niño, reduce las esperanzas y la estimación
propia entre otras. No obstante, utilizar la clasificación para despejar mejor
las potencialidades que debemos desarrollar a partir de nuestra concepción del
desarrollo del niño nos parece útil. El modelo y diagnóstico que utilizamos es
pedagógico, psicológico, médico y social.
Inicialmente
mencionamos las tres categorías de menores con alteraciones de la conducta que
se especifican en el Decreto Ley 64 de 1982:
PRIMERA CATEGORÍA:
Menores que presentan indisciplinas graves
o
trastornos permanentes de la conducta que dificultan, dada la complejidad del
desajuste, su aprendizaje en las escuelas del Sistema Nacional de Educación.
SEGUNDA CATEGORÍA:
Menores que presentan conductas disociales o manifestaciones antisociales que
no llegan a constituir índices significativos de desviación y peligrosidad social
o que incurran en hechos antisociales que no muestren gran peligrosidad social
en la conducta, tales como determinados daños intencionales o por imprudencia,
algunas apropiaciones de objetos; maltratos de obra o lesiones que no tengan
mayor incidencia y escándalo público, entre otras conductas poco peligrosas, de
acuerdo con el alcance de sus consecuencias.
TERCERA CATEGORÍA:
Menores que incurren en hechos antisociales de elevada peligrosidad social,
incluidos los que participan en hechos que la ley tipifica como delitos, los
reincidentes en tal sentido, los que mantengan conductas antisociales que
evidencien índices significativos de desviación y peligrosidad social, y los
que manifiesten tales conductas.
La
importancia que tiene la estructuración de estas tres categorías es que se
vinculan directamente con el qué hacer con el menor alterado ya que se crean
instituciones de tres tipos que enfrentan el tratamiento del menor en función
de estos tres niveles y que aspiran a una completa recuperación.
El
niño de conducta alterada puede ser detectado por los padres, los maestros o la
sociedad en general. De todas estas vías de remisión la más masiva es la de los
maestros mediante un pesquisaje previo.
Cuando
los especialistas observan síntomas o características que exigen un estudio y
diagnóstico más profundo y preciso, el menor recibe la atención de médicos
pediatras, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, psiquiatras y
cualquier otro especialista que requiera el caso. Con toda la información obtenida
se elabora un diagnóstico psicológico, pedagógico y médico de forma
interdisciplinaria y como resultado de la discusión correspondiente.
Este
enfoque del proceso de diagnóstico se corresponde con la concepción de que el
sujeto está en desarrollo y formación y por lo tanto, a la conclusión a la que
se llega en un momento dado, no representa un estado o característica
permanente, por lo que el diagnóstico se considera un proceso continuo que
marchará conjuntamente con el trabajo reeducativo, educativo, psicoterapéutico
y psicopedagógico que se realiza con el escolar y que ha de producir cambios
positivos en el proceso de transformación de la personalidad.
La
atención a menores con trastornos de la conducta parte de una concepción
integral de su tratamiento sobre la base de la creación de un sistema
articulado, coherente y unitario con un sólido fundamento científico, regido
conjuntamente por los Ministerios de Eduación y del Interior.
El
trabajo psicoterapéutico hemos preferido considerarlo como un sistema de
influencias organizadas y articuladas coherentemente en un programa de trabajo
integral donde se reflejen concretamente las particularidades del proceso
compensatorio.
En
el plan experimental que está llevando a cabo el Laboratorio de Trastornos
Emocionales adscripto al CELAEE se contempla entre otros proyectos la plena
capacitación del psicoterapeuta-maestro y la Escuela de Padres
psicoterapéutica.
Para
todos es bien reconocido que la Prevención
es lo más importante y aunque se ha hecho muy popular esta actividad no ha
resultado sencilla su aplicación. Continuamos haciendo los máximos esfuerzos en
esta dirección porque estamos convencidos que es mejor prever que reeducar.