CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DE LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES CON TRASTORNOS DE LA CONDUCTA QUE AFECTAN EL APRENDIZAJE.

Lic. María Mercedes Pérez

El estudio de las características psicológicas de los alumnos con trastornos de la conducta, presupone el análisis de las particularidades de su actividad cognoscitiva y su actividad afectiva.  El estudio minucioso de expedientes y de resúmenes diagnósticos en algunas escuelas y en los centros de Diagnóstico y Orientación, así como investigaciones realizadas en esta dirección tanto en Cuba como en el extranjero, nos permiten adentrarnos en este análisis. 

La ciencia psicológica considera los procesos psíquicos en tanto reflejo complejo de la realidad objetiva que existe fuera o independientemente de la conciencia humana.

El hombre, a diferencia del animal, nace y vive en un mundo de objetos creados por el trabajo social, en un mundo de personas con las que entabla determinadas relaciones.

La actividad del conocimiento en el hombre, es integral, única, pero al mismo tiempo compleja, y en su diversidad y complejidad encontramos diversas formas de expresión.

El conocimiento humano se forma, desarrolla y manifiesta en la actividad; sobre la base de la apropiación de la experiencia histórico-social.  En los niños y  adolescentes suele desempeñar un papel de primer  orden el proceso docente-educativo como actividad organizada y dirigida, para el desarrollo de los procesos intelectuales, desde los más simples hasta los más complejos.

La actividad cognoscitiva del hombre se produce a diferentes niveles:  sensorial, representativo y conceptual (racional o intelectual).  A su vez cada uno de estos niveles del conocimiento se caracteriza o tipifica por determinados procesos cognoscitivos que distinguen los diversos momentos en que se produce el conocimiento sobre la realidad objetiva:  la sensación, la percepción, la memoria, la imaginación y el pensamiento.

La actividad cognitiva, como ya hemos expresado, constituye una forma de reflejo de la realidad objetiva, un reflejo de los objetos y fenómenos y de sus propiedades que permite al hombre conocerlos desde sus aspectos superficiales, fenoménicos; hasta los esenciales y generales.  Sin embargo, en el proceso de reflejo del mundo circundante el hombre no es un mero espectador, un ente frío, vacío y pasivo.  Por el contrario, su personalidad está directamente implicada en tal proceso, comprometida emocionalmente.  El reflejo cognitivo es el reflejo de un sujeto con vivencias, con necesidades, con intereses y aspiraciones; de un sujeto con actitudes y posturas ante la realidad que refleja.  Por ello el reflejo cognoscitivo del mundo presupone la relación del hombre con ese mundo, que depende de sus necesidades y de la medida en que estas se satisfagan o no.

La actividad afectiva es también una forma de reflejo psíquico de la realidad, pero a diferencia de la actividad cognoscitiva su contenido no es el objeto o fenómeno en sí como objeto del conocimiento, sino la relación emocional del hombre con esta realidad que le afecta de uno u otro modo.

Como ya hemos expresado, en la vida psíquica lo cognitivo y lo afectivo están indisolublemente ligado, y no pueden existir fuera de esta compleja interrelación.  La unidad de lo afectivo y lo cognitivo constituyen no sólo una característica del psiquismo humano desarrollado, sino también un principio ineludible en la investigación psicológica de la personalidad.

Para caracterizar los procesos psicológicos de los educandos con trastornos de la conducta, hemos entendido necesario referirnos brevemente a las particularidades de estos procesos y su definición conceptual más aceptada en la Psicología General, lo que nos servirá de punto de partida para comprender sus especificidades en los alumnos con desviaciones conductuales.

 

La actividad cognoscitiva.

El nivel sensorial del conocimiento permite el conocimiento de los objetos y fenómenos en sus propiedades externas y más elementales.  Está directamente ligado a la actividad práctica humana y constituye el  nivel primero del conocimiento humano acerca del mundo.  Los procesos psicológicos característicos de este nivel son las sensaciones y las percepciones.

La sensación es el proceso psíquico más simple, que refleja las propiedades aisladas de los objetos y fenómenos del mundo material, así como también los estados internos del organismo, como resultante de la acción directa de estímulos o excitantes sobre los analizadores.

La sensación es la fuente primaria del conocimiento humano acerca del mundo.  Ello constituye el nexo directo entre el mundo exterior y la conciencia.  A la vez nos permite jugar sobre el funcionamiento de los órganos internos; refleja movimientos, posiciones del cuerpo, etc.

Los alumnos con  trastornos de la conducta pueden tener dificultades sensoriales.  A pesar de que tienen los analizadores intactos, reflejan con dificultad cualidades específicas de los objetos y fenómenos.  La capacidad de captación de la información es pobre y poco constante.

Las sensaciones generalmente no se producen de forma aislada.  En el hombre, el reflejo de las partes  está inexorablemente ligado al reflejo del todo.  Por eso raras veces puede hablarse de sensaciones puras.  S. L. Rubinstein escribía en "Principios de Psicología General", al referirse a la interrelación entre las sensaciones y las percepciones que "La sensación precede a la percepción y la percepción precede a la sensación".  Sobre la base de estos puntos de vista hoy por hoy se ha difundido notablemente el término de "sensopercepciones".

La percepción es el reflejo del conjunto de cualidades o partes de los objetos y fenómenos reales que actúan directamente sobre nuestros analizadores, ocurriendo el ordenamiento y unificación de las sensaciones aisladas en reflejos integrales de cosas y acontecimientos.  La percepción es un reflejo totalizador, integrador de las propiedades del objeto, hecho o fenómeno real-concreto.

La percepción constituye un proceso sensorial cualitativamente más complejo respecto a la sensación y representa un grado cualitativamente nuevo de conocimiento no reductible a la suma mecánica de sensaciones aisladas.  Presupone una actividad de confrontación y relación de las cualidades sensibles del objeto, importante en la actividad práctica del hombre y en su orientación en el medio.

Las percepciones de los alumnos con trastornos de la conducta suelen ser imprecisas.  Puede haber dificultades para diferenciar dentro de la integridad del objeto algún elemento o detalle sustancial.  La observación del objeto o fenómeno puede ser superficial, lo que puede explicarse por la relación entre la percepción y la atención en la actividad intelectual humana.

Muestran poco interés por las cosas y no existe una relación adecuada entre la percepción y la lógica.

Tienen dificultades en la observación, ya que como veremos más adelante, la estabilidad de la atención   de estos niños resulta insuficiente y la distractibilidad frecuente.

La percepción del espacio en estos niños está afectada, pues presenta dificultades de orientación espacial.

El nivel representativo del conocimiento constituye un peldaño más elevado dentro del proceso de cognición.  Supone un nivel intermedio, ya que rebasa los estrechos marcos del conocimiento superficial del objeto o fenómeno, pero aún no le es dada la posibilidad de penetrar en sus propiedades internas y esenciales.  Los procesos de este nivel tienen como basamento las representaciones de la realidad, que tienen un carácter básicamente reproductivo o productivo y son la memoria y la imaginación.

La memoria es la fijación, conservación y ulterior reproducción de la experiencia del individuo.  Esta asegura la unidad y la integridad de la personalidad humana, es decir la actividad psíquica no tiene sentido si no se habla de memoria, por cuanto en la actividad humana tiene lugar la grabación de la experiencia, la cual tiene una importancia crucial en la vida del hombre y en su aprendizaje en particular.

En los alumnos con trastornos de la conducta, generalmente está afectada la memoria.  En ellos predomina la memoria mecánica, la reproducción resulta pobre e inexacta y por ende se manifiesta con frecuencia el olvido.  La memorización de los detalles de un hecho o fenómeno se hace muy difícil por parte de estos escolares.  Necesitan que se les repita el material un número determinado de veces para asimilarlo (fijarlo), lo que pone de manifiesto que tienen mayor lentitud en los procesos de la memoria que los escolares normales, mostrando lagunas considerables en las informaciones, lo que evidencia que su captación es incompleta.

La fijación como proceso selectivo de la memoria está notoriamente afectada.  Asimismo la capacidad de reconocimiento.

Sin embargo, se constata que en la mayoría de los casos, los alumnos con trastornos de la conducta conservan o retienen más prolongadamente aquellos hechos o contenidos que resultan motivantes o interesantes para ellos.

Les resulta difícil fijar lo esencial  del material didáctico y aunque lo logren, esto se realiza con un ritmo lento por lo que necesitan de mucho tiempo, máxime si el contenido resulta denso y complejo.

La imaginación es un proceso cognoscitivo necesario para el desarrollo de la actividad creadora humana, mediante el cual se elaboran imágenes que transforman anticipadamente la realidad en el plano mental.  Es decir, la imaginación expresa en la construcción de una imagen los productos finales o intermedios del trabajo, estimula su creación objetiva y asegura la información de todo un programa de conducta.

En los niños y adolescentes con trastornos de la conducta, la imaginación tiene un carácter eminentemente reconstructivo, es decir, tiene limitados elementos de creatividad.

El nivel racional del conocimiento constituye el nivel superior, más acabado y perfeccionado de la cognición de la realidad objetiva.  Sólo a este nivel resulta posible descubrir la esencia de los objetos y fenómenos reales, penetrar en el conocimiento de sus propiedades internas, generales y esenciales, y en el de sus nexos y relaciones con otros hechos y objetos de la realidad.  El pensamiento es el proceso cognoscitivo típico de este nivel.

El pensamiento constituye el proceso de reflejo mediato y generalizado de la realidad objetiva y el peldaño superior del conocimiento humano acerca del mundo.

Su relación con los procesos sensoriales, con los representativos y con el lenguaje (su medio de expresión, por excelencia) resulta de gran importancia.  Como actividad psíquica cognoscitiva superior, surge a partir de necesidades humanas concretas y su función principal consiste en solucionar problemas.

El pensamiento humano se expresa a través de conceptos, juicios y conclusiones (o razonamientos), los que a su vez son la resultante de las operaciones lógicas de análisis, síntesis, comparación, abstracción y generalización, que explican el carácter procesal del pensamiento.

La generalización en el pensar sólo es posible por la unidad dialéctica que se establece entre el pensamiento y el lenguaje, ya que las palabras por su naturaleza, constituyen estímulos especiales que designan la realidad de una forma generalizada.

El pensamiento nos permite rectificar errores de apreciación de los fenómenos, que tienen su origen en el propio conocimiento sensorial.

El pensamiento de los alumnos con trastornos de la conducta es más o menos coherente.  En ocasiones se presenta debilitada la capacidad de juicio, por el insuficiente razonamiento e inseguridad en la generalización.

Cuando realizan el análisis del contenido del material de estudio, los alumnos no captan fácilmente lo esencial del mismo.

La comparación la hacen con facilidad sólo cuando tienen que clasificar, sintetizar e interpretar.

No tienen posibilidades de realizar siempre transferencias de las informaciones que reciben, aunque pueden lograrlo con la ayuda del maestro.

Los alumnos pueden mostrarse cansados, distráctiles, con dificultades para concentrarse en el contenido o la tarea didáctica, lo que se relaciona estrechamente con las particularidades de su atención.

Indisolublemente ligado al pensamiento encontramos al lenguaje como medio de comunicación, expresión de significados, de las emociones, como medio de influencia, de planificación de la actividad y como instrumento de la actividad psíquica en general.

El lenguaje es la expresión semántica de la conciencia.  Mediante él la conciencia de cada hombre se hace asequible a las demás personas.

Los alumnos con trastornos de la conducta presentan dificultades en el lenguaje, expresados en el silabeo, incorrecta entonación e insuficiente expresividad.  Se muestran poco comunicativos y con falta de riqueza y fluidez en la expresión (vocabulario limitado).

Puede presentarse tartamudez en casos aislados, como alteración secundaria a su trastorno de la conducta.  Pueden presentar también trastornos de pronunciación, que pueden ser de varios tipos.

A todas estas formas de actividad cognoscitiva de la personalidad podemos agregar la atención, que aunque no consiste un proceso en sí, sí constituye una faceta o denominador común a todos los procesos psíquicos de la personalidad y en especial a los cognoscitivos, que incorporada a ellos puede llevar su productividad (especialmente la percepción y el pensamiento).

La atención constituye el carácter selectivo de la conciencia, que expresa la orientación del hombre hacia algo.  Esto manifiesta la relación cognoscitiva de la personalidad respecto al objeto hacia el cual está orientada su concentración en dependencia del sentido que este objeto tiene para ella.

La atención estimula la claridad de la percepción y de las imágenes y está relacionada con las necesidades, intereses y aspiraciones de la personalidad, con su orientación general y con los objetos que esta se propone alcanzar.

En los alumnos con trastornos de la conducta, la atención presenta una estabilidad insuficiente.  Al estar pobremente motivados por la actividad de estudio se distraen  con facilidad en asuntos ajenos a la clase y no mantienen establemente la atención sobre la misma.

No se concentran en el tiempo exigido en el contenido didáctico ofrecido, para la realización exitosa de la actividad.  Su atención oscila de un objeto a otro con facilidad, lo que acarrea fatiga mental muy a menudo en estos alumnos.

La insuficiente capacidad de concentración de la atención de los alumnos con trastornos de la conducta, suele ser uno de los factores que más influye en las dificultades de su aprovechamiento escolar.  La misma puede manifestarse de las formas siguientes:

·     Inician la clase con pobre concentración y la mejoran al  transcurrir un tiempo determinado.

·     La concentración tiene altas y bajas durante todo el proceso de  la clase.

·     Comienzan las clases con una concentración aceptable y van  disminuyendo la misma durante la actividad.

En cualesquiera de los casos, las características de la atención afectan el aprendizaje escolar.

La actividad afectiva de la personalidad está inexorablemente ligada a la actividad cognoscitiva.  En la medida en que el hombre conoce el mundo, éste lo impresiona, lo afecta y surgen en el mismo vivencias relacionadas con el proceso de su  cognición.

El hombre refleja en sus acciones la relación con los objetos y fenómenos de la realidad y el resultado de esta relación, de acuerdo con sus necesidades.

La actividad psíquica con la cual el sujeto refleja las relaciones que establece con la realidad de acuerdo a sus necesidades, constituye la actividad afectiva de la personalidad, la que está condicionada sociohistóricamente, muy en dependencia del sistema de influencias educativas.  La acción formadora y modeladora que ejerce la educación sobre los hombres, permite que éstos se desarrollen y surjan en ellos nuevas formas creadoras de orientación hacia la realidad, lo que se manifiesta en la formación y desarrollo de necesidades y motivos de actuación.

Las emociones, los sentimientos, los estados de ánimo, los estados de afecto, los de tensión o stress y el tono emocional constituyen tipos de vivencias afectivas que caracterizan la vida psíquica del hombre.

Las emociones son vivencias afectivas de moderada intensidad, de corta duración  y que pueden organizar o desorganizar la actuación del sujeto.  Tienen un carácter situacional y se expresan en la alegría ante el éxito, la tristeza ante el fracaso, la reacción de disgusto ante situaciones adversas, etc.

Los alumnos con trastornos de la conducta presentan un débil control de sus emociones.  Son miedosos, no muestran alegría ante los logros o éxitos de los demás.  Algunos suelen mantenerse tristes por la carencia afectiva que experimentan.  Pueden reflejar emociones placenteras (de alegría, satisfacción), ante la estimulación o reforzamiento positivo.

En los casos de niños agresivos pueden experimentar ira, la que los impulsa a reaccionar con débil control de los impulsos.  Sus reacciones emocionales son inestables.

Los sentimientos son vivencias afectivas complejas de carácter estable, que actúan como "organizadores" de las actuaciones del sujeto.  Aparecen en la ontogenia posteriormente a otros tipos de vivencias, especialmente a partir de emociones que se estabilizan y consolidan.

En nuestra sociedad se brinda singular importancia al desarrollo de  sentimientos estéticos, intelectuales y morales, entre estos últimos especialmente los sentimientos de humanismo, patriotismo socialista, del deber y otros.

Los escolares con trastornos de la conducta expresan débilmente sus sentimientos.  Manifiestan rechazo o indiferencia hacia la actividad de estudio y todo lo que se relacione con la escuela.

Se observa un pobre desarrollo en estos alumnos de sus sentimientos éticos y estéticos.  No reconocen normas ni valores morales de relaciones entre las personas, son deshonestos, irresponsables, inconsecuentes y desconsiderados.

Son poco expresivos en sus manifestaciones emocionales ante lo bello.

No valoran justamente las situaciones y conducta de los demás.

Los afectos son vivencias muy intensas, que se manifiestan bruscamente y tienen un carácter circunstancial.  En situaciones que suelen tener un sentido personal muy elevado para la personalidad y que afectan al sujeto, éste se manifiesta impulsivamente, pierde el control de sí y puede conducirse contradictoriamente a como lo hace en su vida cotidiana.  En estos casos son frecuentes los concomitantes psicofisiológicos y manifestaciones emotivas intensas, llanto, sudoración intensa, espasmos musculares, disnea, taquicardia, etc.

Los estados de afecto pueden darse en los alumnos con trastornos de la conducta con alguna frecuencia, lo que se explica por el pobre control de los impulsos que los caracteriza.

Los estados de ánimo son vivencias que matizan las actuaciones y la personalidad en general y que tienen estabilidad relativa.  Surgen de acuerdo a cómo el individuo interactúa con la realidad, de las particularidades de su personalidad y de las circunstancias concretas de su vida.

En los alumnos con trastornos de su conducta prevalecen estados anímicos de pesimismo, de mal humor.  Se sienten con pobre entusiasmo y optimismo. 

Los estados de tensión surgen ante situaciones que al sujeto le resultan muy difíciles, de peligro o por sobrecargas físicas o psíquicas.  La intensidad y duración de las situaciones de tensión es variable y su poder organizador o desorganizador de la actividad también puede fluctuar.

Los menores con trastornos de su conducta pueden presentar frecuentemente estos estados emocionales, lo que puede guardar alguna relación con la debilidad o debilitamiento de su sistema nervioso, la inercia o desequilibrio de sus procesos nerviosos básicos y de las propias condiciones ambientales que caracterizan el "historial de su vida".

Estos menores suelen mostrarse ansiosos, con movilidad excesiva y desorganizada en muchos casos, con movimientos descontrolados, lo cual puede repercutir en el propio pensamiento y el lenguaje del niño.

En estos casos se presenta una inhibición generalizada que se refleja en la pasividad e inactividad de algunos menores.

Estos estados tensionales repetidos pueden repercutir en las percepciones y determinar reacciones inadecuadas ante algunos estímulos.

Pero la actividad afectiva de la personalidad también presupone la orientación del comportamiento del sujeto, la regulación motivacional de su actividad.

La actividad volitiva es una forma de actividad cuyos objetivos y motivos (móviles de actuación) son conscientes, lo que supone la realización de esfuerzos para vencer obstáculos que interfieren la consecución de la finalidad propuesta, la reflexión, la toma de decisiones, etc.

El desarrollo de la voluntad se expresa a través del desarrollo de cualidades volitivas (que no son otra cosa que rasgos del carácter), como la decisión, la independencia, la perseverancia y el autocontrol.

La independencia se da en el sujeto cuando este puede actuar sobre sus propiedades motivacionales y conocimientos, pudiendo regular su conducta por si mismo, no ignora o rechaza arbitrariamente las opiniones y criterios de los demás, efectuando reflexiones, tomando decisiones por sí mismo y tratando de ejecutarlas con sus propios recursos.

Muchos de los alumnos con trastornos de la conducta, manifiestan la cualidad contraria a la independencia, que es la dependencia.

Los alumnos dependientes reflejan criterios insuficientes por lo que les resulta difícil reflexionar ante algo, tomar decisiones por sí solos y llegar a la ejecución de la encomienda sin ayuda.

Todo esto se ve reflejado en la poca práctica y desconocimiento de cómo realizar el estudio independiente o un trabajo que lleve implícitas acciones complicadas.

La perseverancia significa el mantenimiento por parte del sujeto de una misma intensidad en su actuación, que no se amilana ante los obstáculos que pueden producirse en el transcurso de una actividad.

En estos casos el sujeto insiste en el logro con calidad de los objetivos propuestos, aunque es capaz de percatarse de los errores y modificar sus formas de actuación.  En este sentido, es característico de los alumnos con Trastornos de la conducta la inconsistencia, llegando a la terquedad, por cuanto, no modifican fácilmente sus actuaciones, procediendo en ocasiones con persistencia desmedida.  Son poco tolerantes ante las privaciones y frustraciones.  Estos menores varían con facilidad sus actuaciones, sus intereses y objetivos, así como sus criterios y decisiones.

No se trazan con facilidad una línea única de acción.  Esto provoca retrocesos, detenciones y desviaciones durante el proceso de realización de una tarea o acción determinada.

El autodominio constituye la cualidad que tienen las personas del control sobre sí.  En este caso se puede enfrentar y dominar distintas manifestaciones negativas de su personalidad que podrían afectar su actuación.

Los menores con trastornos de la conducta presentan falta de autodominio, pues tienden a no poder lograr someter a control las manifestaciones negativas de su conducta, esto en muchos casos está dado por el desconocimiento de formas correctas de actuación ante situaciones complicadas, todo lo cual se refleja en actitudes agresivas, en llanto descontrolado en cambios bruscos de reacciones emocionales, mostrándose  con gestos y mímicas inadecuadas y expresiones incorrectas y contradictorias.

La decisión es la muestra de seguridad de sí mismo y de lo que hace y experimenta en sus expresiones al sujeto.

Una persona es decidida cuando no duda ni vacila ante la acción y tiene iniciativas para cumplir con efectividad los objetivos.

En este sentido, los menores con trastornos de la conducta presentan la cualidad contraria, que es la indecisión, caracterizándose por presentar dudas y vacilaciones frecuentes tanto en sus actuaciones, como en sus reflexiones.  Su actuación es insegura, desconfiando de los procedimientos que lleva a cabo para lograr objetivos propuestos en una tarea.

Todas estas cualidades negativas de la personalidad de los menores con trastornos de la conducta, afectan de forma estable su relación con el medio y el proceso de su aprendizaje en la escuela.

Por tal razón, todas estas características deben ser conocidas por los maestros que trabajan con estos alumnos, con vistas a que se adopten medidas adecuadas tendientes al óptimo logro de los objetivos reeducativos planteados.

La Psiquis del hombre tiene diferentes formas de existencia: como proceso, como estado, como propiedad y como formación psicológica.  Hemos analizado en lo fundamental, las particularidades de los procesos y estados psíquicos de los escolares con trastornos de la conducta.  Las cualidades de la personalidad pueden expresarse como propiedades o como formaciones.  Para considerar la existencia de una formación psicológica,  estas deben expresar la autorregulación de la actividad humana en su forma más perfeccionada.  Las formaciones psicológicas son unidades estructurales complejas de la personalidad en las que se da la plena unidad entre lo cognitivo y lo afectivo, lo inductor y lo ejecutor; que están mediadas por la conciencia, tienen una integridad relativa, un carácter individual y conforman una estructura.

Dentro de estas formaciones psicológicas tenemos el carácter, las capacidades y las formaciones motivacionales.  Sin entrar en la disquisicíón de si en el análisis ulterior podemos aludir realmente a formaciones o a prioridades, veamos la peculiaridad de estas cualidades en los alumnos con trastornos de la conducta.

En las formaciones psicológicas el área motivacional o reguladora comprende el sistema de tendencias de la personalidad hacia las diferentes esferas de la actividad.

Esta área motivacional está integrada por una formación psicológica generalizadora denominada carácter.  Este se define como la orientación estable y peculiar del sujeto hacia las diferentes esferas de la actividad.

Las formaciones motivacionales que forman el carácter humano, no están desvinculadas unas de otras dentro de la personalidad; por el contrario, estas se organizan atendiendo a su importancia para el sujeto.

El sistema de cualidades del carácter se valoran en determinadas esferas de la actividad orientándose hacia el colectivo y hacia las demás personas, hacia el trabajo, hacia los objetos y hacia sí mismo.  Estas orientaciones se ponen de manifiesto en el colectivismo, la laboriosidad, la meticulosidad, la modestia, la honestidad, la disciplina, la decisión, la independencia, el autodominio, la organización y el espíritu crítico y autocrítico, es decir, se expresan en rasgos caracterológicos concretos.

Los alumnos con trastornos de la conducta mantienen relaciones inestables, superficiales y poco armónicas con el colectivo. Se muestran retraídos e indiferentes ante las exigencias y proyectos del colectivo y no reconocen autoridad. En ocasiones se aislan y no se identifican con el colectivo, o por lo contrario, son rechazados por sus compañeros, ya que  molestan constantemente y no se interesan por nada.

Son indisciplinados, no acatan normas ni reglas sociales y escolares, siendo inconsecuentes y desconsiderados, desobedientes, insubordinados y quieren hacer siempre su voluntad.

Toman decisiones inadecuadas en ocasiones no acordes con las exigencias que se les plantean, son irreflexivos ante la toma de posición en algo.

Son deshonestos, poseen poca disposición para el trabajo, por lo que en ocasiones son poco laboriosos. Esto solo se logra cuando la labor, la tarea encomendada resulta de interés, están motivados por ella y se han concebido sobre la base de sus posibilidades reales.

Algunos casos de alumnos no han desarrollado suficientemente el nivel de independencia y necesitan siempre de la ayuda de otras personas en el cumplimiento de encomiendas.

Los menores con trastornos de la conducta tienen poco control de impulsos, no saben autodominarse ante una situación determinada, reaccionando bruscamente o de forma impulsiva en ocasiones.

Son desorganizados, por eso les cuesta trabajo seguir el orden lógico de una acción para obtener los resultados esperados.

Estos alumnos son poco críticos y autocríticos; no son capaces de hacer conciencia de sus problemas, ni del problema de los demás, por lo que no hacen valoraciones correctas de las situaciones que se producen.

Como todos conocemos, existen algunas formaciones psicológicas particulares de la esfera motivacional, las cuales se integran en un nivel superior de autorregulación y en formaciones más complejas dadas por los ideales, las intenciones y la autovaloración.

En esas formaciones motivacionales particulares se incluyen también los intereses, las convicciones y las aspiraciones.

Los intereses expresan la orientación afectiva del hombre hacia el conocimiento de determinados hechos, objetos y fenómenos. Estos se diferencian por su contenido y por estas razones existen múltiples tipos de intereses.

Al hablar de convicciones se debe hacer referencia a los puntos de vistas y principios con que el hombre expresa la orientación en una actividad.

Estas comienzan a formarse en la infancia pero alcanza su máxima expresión en la edad juvenil, lo cual constituye la forma integral de la manifestación del carácter.

Las aspiraciones constituyen la orientación de la personalidad hacia objetivos futuros y las intenciones, representan la elaboración consciente de planes y proyectos de acción que orientan la conducta del hombre.

La autovaloración se concibe como la formación motivacional compleja de la personalidad, donde desempeña un papel importante la autoconciencia. Presupone la evaluación que el sujeto hace de sí mismo, de sus cualidades y sus actuaciones.

Los alumnos con trastornos de la conducta no presentan interés sólidos ni estables, fundamentalmente en lo referido a la actividad docente. Sus motivaciones  difieren en algunos casos de los valores y normas que se corresponden con nuestra sociedad. Todo esto hace que se afecten el nivel y la calidad en la ejecución de las tareas.

Presentan falsas convicciones acerca de la realidad objetiva. No poseen conciencia del deber y la responsabilidad.

Todo esto trae como consecuencia que no tenga ideales, aspiraciones e intenciones estables, firmes y positivas.

Muchos de estos menores    dudan de sus propias posibilidades y condiciones, por lo que tienen el criterio de no poder alcanzar objetivos futuros en la vida personal. Es además característico en ellos, que se anticipen al fracaso (autovaloración inadecuada).

En cuanto a la autovaloración de estos niños, podemos plantear que a veces manifiestan reacciones emocionales semejantes ante el fracaso o ante los logros, y demuestran inseguridad en sus actuaciones y poca flexibilidad en las valoraciones propias.

Por otro lado se muestran autosuficientes, con falta de persistencia, individualistas, egoístas, agresivos, tímidos, o por el contrario se aislan de los demás, todo lo cual afecta la autovaloración y provoca la falta de confianza en sí mismo y la falta de crítica ante determinadas situaciones que se le presentan.

Todo este análisis psicológico de la personalidad de los alumnos con trastornos de la conducta, teniendo en cuenta tanto las características de la actividad cognoscitiva como la actividad afectiva, de las propiedades y formaciones psicológicas nos permiten resumir las cualidades generales de la personalidad de estos menores, de la forma siguiente:

·     Presentan dificultades en el aprendizaje en general.

·     Tienen una trayectoria escolar irregular

·     Dificultades en la atención (en su concentración y estabilidad)

·     Presentan convicciones, motivación y actitudes que difieren de  los valores que establece la sociedad.

·     Reducen acciones complicadas a operaciones simples

·     Violan las normas sociales y escolares con diferentes frecuencia  e intensidad

·     Mantienen inestabilidad general en los procesos de comunicación  social.

·     Se agotan fácilmente y generalmente están dispuestos para el  aprendizaje docente y el trabajo.

·     Tienen poco desarrollo del sentido de responsabilidad individual  por la conducta propia.

·     Mantienen relaciones inestables, poco armónicas y superficiales  en el colectivo.

·     No cumplen correctamente las exigencias que plantean los  educadores.

Todas estas características permiten una precisión más exacta del diagnóstico de estos educandos, teniendo en cuenta el análisis de las causas y de la frecuencia e intensidad con que se manifiestan.

Las manifestaciones negativas de la personalidad de los menores afectan la actividad del aprendizaje y el desarrollo adecuado de hábitos, habilidades y capacidades, los cuales están por debajo de la norma general.


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