ALTERACIONES
DE LA CONDUCTA DEL NIÑO Y EL ADOLESCENTE: CARACTERIZACIÓN
Lic Lourdes Ilizástegui
El
término "trastorno de la
conducta" aparece por primera vez en el año 1952 en el manual de
Diagnóstico y Estadística de los trastornos mentales de la American Psychiatric
Association, donde se definía de la forma siguiente: "Cuando la reacción transitoria se manifiesta primariamente como
una alteración en la conducta social, se clasificará aquí. Las manifestaciones
pueden ocurrir en el hogar, en la escuela o en la comunidad, o incluso en las
tres. Las alteraciones de la conducta se consideran como un fenómeno secundario
cuando se ven en casos de deficiencia mental, epilepsia, encefalitis epidémica
y otras enfermedades orgánicas bien reconocidas. Indicar las manifestaciones
sintomáticas bajo este diagnóstico; por ejemplo: haraganería, robo,
destructividad, crueldad, ofensas sexuales, uso de alcohol, etc.".
Pero esta concepción
inicial de trastorno de la conducta fue sufriendo algunas modificaciones
conceptuales, tanto que ya nuestro Glosario Cubano de la Clasificación
Internacional de Enfermedades Psiquiátricas (GC-1) del año 1975 recogía el concepto
de trastorno de la conducta de la manera siguiente: "Esta gran categoría se reserva para aquellos trastornos
psiquiátricos de la infancia y de la adolescencia que son más estables,
internalizados y resistentes al tratamiento que los trastornos situacionales
transitorios pero menos que las neurosis, las psicosis y los trastornos de la
personalidad. Esta estabilidad intermedia se debe a la mayor plasticidad de la
conducta de esas edades". A renglón seguido dicha clasificación
consideraba distintos cuadros de trastornos de la conducta, tales como:
Hiperquinesia en el niño y el adolescente, aislamiento en el niño y el
adolescente, inadaptación neurótica, fuga en el niño y el adolescente,
agresividad no socializada, trastornos sexuales, afeminamiento y masculinización
y hasta institucionalizo. Pero ya en la versión cubana del capítulo V de la
Clasificación Internacional de Enfermedades y del Glosario psiquiátrico adjunto
(GC-2) del año 1982 sólo se habla de perturbación de la conducta no clasificada
en otra parte para referirse a "Trastornos
psiquiátricos que comprenden principalmente comportamiento antisocial agresivo,
destructivo y delincuencial. Los diagnósticos incluidos en esta categoría deben
reservarse para casos de comportamiento anormal, en cualquier edad, que dan
lugar a desaprobación social pero que no pueden ser catalogados en ninguna de
las restantes categorías. Presentan además alteraciones emocionales tales como
ansiedad, sentimientos de inadecuación e infortunio, dificultades de relación y
manifestaciones obsesivas. Para ser incluido aquí, el comportamiento debe ser
de índole anormal a juzgar por la frecuencia, gravedad y tipo de asociaciones
con otros síntomas."
Las alteraciones de la conducta,
a diferencia de las reacciones de adaptación, que tienen una duración más
prolongada y carecen de relación estrecha, en tiempo y contenido, con alguna
circunstancia provocadora de tensión. Difieren de los trastornos de
personalidad por la ausencia de formas de inadaptación de la conducta
profundamente arraigadas presentes desde la adolescencia o desde edad más
temprana. Como vemos esta última clasificación circunscribe el término de
perturbación de la conducta de nuevo únicamente a la conducta social, sólo que
especifica más abajo: "El uso de
esta categoría debe hacerse con suma cautela para evitar confundir la conducta
patológica delictiva con la conducta delictiva criminal y con la conducta
delictiva sintomática".
Por otra parte nos queda la
caracterización del menor que delinque y que ha estructurado ya una
personalidad antisocial. La clasificación de la American Psychiatric
Association (DSM-II) y nuestro Manual Diagnóstico de Enfermedades Psiquiátricas
(GC-2) se refieren a personalidad antisocial de la manera siguiente: "Se refiere a individuos básicamente
insocializados cuyo patrón de conducta les pone repetidas veces en situación de
conflicto con la sociedad. Son incapaces de guardar lealtad a individuos,
grupos o valores sociales. Son extremadamente egoístas, insensibles,
irresponsables, impulsivos e incapaces de experimentar un sentimiento de culpa
o de aprender de la experiencia y el castigo. Su tolerancia hacia la
frustración es muy baja. Suelen acusar a los demás de sus culpas y hacen racionalizaciones
de su conducta. Una mera historia de reiteradas ofensas sociales y legales no
es suficiente para justificar este diagnóstico. Aunque es posible que este tipo
de personalidad llegue a estructurarse desde el inicio de la adolescencia,
resulta más adecuado considerar en los menores una serie de síntomas
predictivos de la personalidad antisocial. Los síntomas más frecuentemente
señalados por los diferentes autores han sido: hurtos, incorregibilidad,
golfería; las fugas de la casa en compañía de jóvenes marginales, la ausencia
durante la noche, la agresión física, los empleos fugaces, la impulsividad, la
imprudencia, la irresponsabilidad, el aspecto desordenado, la deserción
escolar, la enuresis, la falta de sentimientos de culpa, la actividad sexual
desordenada, la perversión sexual, la propensión patológica a mentir, etc. Pero
en definitiva los predictores más fiables de la posible aparición de una
personalidad antisocial están dados por el número, la frecuencia y la gravedad
de estos síntomas señalados".
La misma Clasificación de
la American Paschiatric Association prefiere denominar "personalidad disocial" a las personas que delinquen por
pertenecer a subculturas delictivas de la sociedad (estafadores, prostitutas,
traficantes de drogas y jugadores tramposos) por lo que entonces su conducta
delictiva no excluye la posibilidad de establecer profundas relaciones
interpersonales y de confianza, sólo que reservan su lealtad para su subcultura
propia. Nuestro manual diagnóstico no recoge ya este término. Sin embargo se
refiere a una "perturbación de la conducta en pandilla" en donde el
menor llega a la conducta delicuencial por aliarse a una pandilla delictiva sin
haber estructurado las características de personalidad del verdadero delincuente.
En nuestro medio se realizó
un trabajo de unificación de criterios entre especialistas de los diferentes
organismos que tienen la misión de educar a menores de conducta alterada y se
produjo el Decreto Ley 64 de 1982 que especifica tres categorías de menores con
alteraciones de conducta:
Primera categoría: menores que presentan
indisciplinas graves o trastornos permanentes de la conducta que dificultan,
dada la complejidad del desajuste, su aprendizaje en las escuelas del Sistema
Nacional de Educación.
Segunda categoría: Menores que presentan conductas
disociales o manifestaciones antisociales que no lleguen a constituir índice
significativos de desviación y peligrosidad social o que incurren en hechos
antisociales que no muestren gran peligrosidad social en la conducta, tales
como determinados daños intencionales o por imprudencia, algunas apropiaciones
de objetos; maltratos de obra o lesiones que no tengan mayor entidad y
escándalo público, entre otras conductas poco peligrosas, de acuerdo con el
alcance de sus consecuencias.
Tercera categoría: Menores que incurren en hechos
antisociales de elevada peligrosidad social, incluidos los que participen en
hechos que la ley tipifica como delitos, los reincidentes en tal sentido, los
que mantengan conductas antisociales que evidencien índices significativos de
desviación y peligrosidad social, y los que manifiesten tales conductas.
La importancia que tiene la
estructuración de estas tres categorías es que se vinculan directamente con el
quehacer con el menor alterado ya que se crean instituciones de tres tipos que
enfrentan el tratamiento del menor en función de estos tres niveles y que
aspiran a una completa recuperación.
Las investigaciones
realizadas en nuestro medio para caracterizar al menor con trastornos de conducta
ha dado hasta el momento los siguientes resultados:
Las edades más frecuentes entre las cuales
se presentan esta alteración en el proceso de formación de personalidades
rebasa los 10 años (no dejan de presentarse casos con menor edad).
Los menores en su gran mayoría, tienen una
escolaridad que no sobrepasa el 7mo. grado, encontrándose casos con estudios de
primero y segundo grados de edades más avanzadas.
La repitencia y el retraso escolar es una
característica asociada a este tipo de problema.
Presenta severas dificultades en el
aprendizaje en la mayoría de las asignaturas y poseen un ritmo lento para
apropiarse de nuevos y más profundos conocimientos.
La presencia de dificultades en el lenguaje
es otra de las características de estos alumnos, las cuales se presentan en aproximadamente
la tercera parte de los menores integrados de las muestras estudiadas. Esta
deficiencia influye también en forma negativa en todo el proceso de aprendizaje
y de interrelaciones personales de estos menores.
La falta de intereses adecuados hacia el
estudio es una de las cualidades que se observan en el resultado de las
diferentes investigaciones realizadas con los menores que presentan trastornos
de la conducta, lo cual constituye también una de las causas de sus
dificultades en el proceso de adquisición de conocimientos y de incorporación a
la actividad escolar.
En relación con el indicador desarrollo
intelectual se observa que la media del rendimiento está dentro de los niveles
normal bajo, a lo cual se arribó por los resultados de diferentes muestras
estudiadas considerándose como resultado de las influencias sociales y
educativas recibidas.
Se observa un alto por ciento de ausentismo
a la escuela y las diferentes muestras oscilan entre un 40 a un 70 por ciento.
En las investigaciones analizadas en los
grupos de menores predominan el sexo masculino, con un rango entre el 90 y 100
de los casos estudiados.
Las actividades antisociales que con más
frecuencia se cometen son las tipificadas como hurto y robo, y se encuentran en
el 90 y 95% de los menores estudiados; se presentan otras con menor cuantía,
como son: falsificación, daño a la propiedad social, escándalo público, riñas,
negocios ilícitos, etc. En la investigación realizada en menores con trastornos
de conducta en los Centros de Diagnóstico y orientación, se pudo precisar que
los objetos robados en general, eran para la satisfacción de necesidades
personales inmediatas.
Existen serias dificultades y deficiencias
en relación con la dinámica familiar y sistema de influencias educativas (50 y
100% de los casos).
Todas estas consideraciones
nos hacen concluir que el menor con alteraciones de conducta se caracterizan
porque manifiestan desajustes en su esfera emocional, en su esfera social o en
ambas a la vez. Esta consideración nos lleva de la mano al planteamiento de que
el menor con estas alteraciones debe ser considerado un paciente dual: niño
padres. Es decir que nos quedaríamos a medias si caracterizáramos solamente al
menor y no consideráramos la caracterización del medio familiar con conducta alterada.
A más del planteamiento de posibles actitudes rechazantes, sobreprotectoras,
perfeccionistas, etc. etc. de los padres tenemos que considerar las condiciones
materiales de vida, la atención escolar y social que el niño recibe en general.
Las investigaciones
realizadas en nuestro país para caracterizar el medio familiar de los menores
con trastornos de conducta concluyeron que la dinámica familiar en estos
escolares presentan indicadores negativos como unión conyugal disuelta,
relaciones familiares malas o regulares, nivel sociocultural bajo, vivencias
familiares traumáticas ausencia de modelos positivos, carencia afectiva y
padres con falta de autoridad.
La presencia de madres
menores de 19 años en los alumnos con trastornos de la conducta también es un
dato de interés, dada las dificultades que esta condición entraña en el proceso
de atención, cuidado y educación que recibe el niño en el seno de la familia.
Resulta significativo que
las viviendas en estos menores, generalmente presentan características
negativas; índice de esto es el grado de hacinamiento que se observa.
Los índices de enfermedades
infecciosas de la madre durante el embarazo como indicadores de riesgo en el
parto y enfermedades adquiridas por el niño en los primeros años, se encuentran
entre un 30 y un 60%.
Existe un por ciento
considerable (50 al 90%) de los padres que no ejercen control alguno sobre la
disciplina de sus hijos y no sienten responsabilidad ante sus conductas antisociales;
desconocen las actividades que realizan fuera de la casa, sus amistades y, en
general, se observa despreocupación por el cumplimiento de los deberes
escolares y sociales. En esto se pone de manifiesto el hecho de que incluso en
algunas investigaciones se señala que la mayoría de los menores tenían hábitos
de deambular hasta altas horas de la madrugada, sin que los padres tuvieran
control de esta situación.
Las relaciones y el
ambiente familiar son muy negativos, incidiendo en esto las riñas, escándalos,
padres alcohólicos, etc. lo que se observa en casi la totalidad de los casos.
Los métodos educativos de los padres utilizados están basados en la amenaza y
en el castigo corporal, los cuales se ponen de manifiesto entre el 60 y el 100%
de las muestras estudiadas.
En general los componentes
fundamentales de los núcleos familiares de estos menores (padres y hermanos)
constituyen modelos negativos, ya que entre el 50 y el 100% de los casos
mantienen conductas delictivas y antisociales.
En algunas de las
investigaciones se puso de manifiesto la falta de atención afectiva y material
de los padres y familiares hacia los menores. Lo señalado se evidencia en la
investigación con los menores internos en uno de los internados tipo III en que
el 70% presentaba carencia de relaciones afectivas con los padres y falta de
confianza y comunicación.
Algunas de estas
investigaciones destacan la composición numerosa de los núcleos familiares,
pudiéndose señalar como significativo que en los hogares de 1121 de los menores
estudiados, la cantidad de miembros de su núcleo oscila entre 8 y 12 personas,
lo cual se relaciona con el hacinamiento y la promiscuidad.
En las investigaciones
analizadas se observan diferencias notables entre las familias de adolescentes
transgresores y los que mantienen una correcta conducta social. Las
características de las familias, como se evidencia, inciden directamente en la
formación moral de los menores. En el caso de los transgresores, sus familiares
no poseen una correcta línea educativa, lo cual se manifiesta en la ausencia de
modelos positivos, la falta de control en el cumplimiento de las normas
sociales, así como el empleo de métodos educativos centrados en el castigo
corporal. Prevalecen en sus relaciones, la carencia afectiva, ocasionando la
deformación de la comunicación adecuada con los adultos y demás miembros del
núcleo familiar, lo cual no permite que los menores desarrollen cualidades
positivas en su personalidad, al no contar con las vías adecuadas para asimilar
las normas y valores socialmente aceptados.
ATENCIÓN AL MENOR CON ALTERACIONES
DE CONDUCTA (EN CUBA)
El
niño de conducta alterada puede ser detectado por los padres, los maestros o la
sociedad en general.
Cuando son los padres los
que se preocupan por la conducta del menor la primera persona a la que acuden
es al Médico de Familia. Este médico si no puede resolver los problemas
planteados remite al menor a la Consulta de Psicología Infantil del Policlínico
o del Hospital Pediátrico correspondiente. En estas consultas se realiza un
estudio psicológico y psiquiátrico del caso para arribar a un diagnóstico
primero y después a la instauración del tratamiento correspondiente. Cuando es
en la escuela donde se detectan las alteraciones de conducta del niño, los
padres son citados para enviar al niño al Centro de Diagnóstico y Orientación
(CDO) donde será atendido por especialistas; psiquiatras, psicólogos,
psicopedagogos, trabajadores sociales, logopedas, defectólogos; que arribarán
al diagnóstico de la alteración y tratarán al niño en el centro mismo o lo
remitirán a una institución que corresponda.
Cuando es la sociedad la
que detecta la conducta alterada y sobre todo si se refiere a una conducta
delictiva el menor será atendido por el oficial de Menores del Ministerio del
Interior que lo llevará al Centro de Evaluación, Análisis y Orientación de
Menores (CEAOM) donde será sometido a un estudio diagnóstico por especialistas
competentes que consideren la atención del caso o lo remitan para su
tratamiento a uno de los tres tipos de instituciones existentes con este fin
para menores de conducta alterada.
En realidad el proceso de
estudio y diagnóstico del menor de conducta alterada se realiza de manera
similar en la red de Centros de Diagnóstico y Orientación (CDO) y en los centros
de Análisis Orientación y Evaluación de Menores (CEAOM). En ambos casos el
trabajo se realiza a partir de la remisión del escolar. La solicitud para el
estudio y diagnóstico de los menores, puede realizarse por las vías e
instituciones siguientes:
Los familiares
Los Centros del Sistema Nacional de Salud
Los maestros y las escuelas mediante pesquisaje
-Los agentes de la autoridad y sus dependencias
Organizaciones sociales y de masas. De
todas estas vías de remisión la más masiva es la de los maestros mediante un
pesquisaje previo. En este caso los docentes cuando detectan a un escolar
difícil de educar debido a que, después de haber intentado influir
pedagógicamente, a través del trabajo educativo, para corregir sus desajustes,
persisten sus alteraciones severas e incluso se agravan en el campo de sus relaciones
interpersonales, en su actitud y aprovechamiento hacia el estudio, propone que
sean estudiado por los especialistas del CDO.
Al producirse la solicitud,
los especialistas de estos centros realizan una visita inicial a la escuela y
entrevistan al maestro y personal en general del centro, observan al escolar y
le aplican pruebas sencillas.
Con toda la información
recogida se toma la decisión de enviar o no al escolar a un estudio y
diagnóstico más profundo o que continué en la escuela con una orientación a los
maestros de carácter pedagógico y psicológico. Este paso es una forma de
corroborar que las características que presenta el escolar son realmente
complejas y exigen de una atención y tratamiento más especializado.
Cuando los especialistas observan
síntomas o características que exigen un estudio y diagnóstico más profundo y
preciso, el menor recibe la atención de médicos pediatras, psicólogos,
pedagogos, trabajadores sociales, psiquiatras y cualquier otro especialista que
requiera el caso. Con toda la información obtenida se elabora un diagnóstico
psicológico, pedagógico y médico de forma interdisciplinaria y como resultado
de la discusión correspondiente.
En el proceso de estudio se
realizan entrevistas, observaciones de la conducta, estudios clínicos,
aplicación de tests psicológicos, pruebas de aprovechamiento escolar y
situaciones experimentales, visitas a los hogares y a la comunidad, etc., lo
cual permite determinar la dinámica familiar y escolar, así como las
características individuales del sujeto que facilite establecer un diagnóstico
lo más preciso y objetivo posible.
La solicitud de estudio por
parte de los agentes de la autoridad y sus dependencias es otra de las vías por
lo cual son atendidos aquellos menores con posibles trastornos de la conducta.
Esta es la vía esencial por la cual llegan los menores a los centros de
Evaluación, Análisis y Orientación (CEAOM), donde los especialistas de estos
centros, al igual que en los CDO, realizan un estudio para conocer las
características de la personalidad del menor y las causas de su conducta, por
medio de las entrevistas, observaciones y pruebas que realizan los pedagogos,
psicólogos y médicos que laboran en los (CEAOM). Con la integración
multidisciplinaria de toda la información recogida se arriba a un diagnóstico y
a recomendaciones acerca de la atención que debe recibir el menor.
Tanto los CDO como los
CEAOM reciben menores por las restantes vías de remisión señaladas. Entre los
dos tipos de centros existe una estrecha relación de trabajo y de intercambio
de información con el objetivo de garantizar la mayor efectividad en el
funcionamiento del sistema y para decidir, cual es la mejor atención o
educación que deben recibir estos niños y jóvenes.
Para los especialistas del
CDO y del CEAOM el estudio y diagnóstico es un proceso de búsqueda de
conocimientos, para la elaboración de hipótesis que expliquen las
características del sujeto de estudio, las probables causas que las han
producido y por último, las perspectivas de solución del problema que presentan
y las posibles vías o métodos, procedimientos y técnicas que se han de aplicar.
Dada esta característica
esencial del diagnóstico, la mejor estrategia para realizar el estudio y las
investigaciones del caso es mediante el empleo de la metodología del trabajo
científico que exige el planteamiento o formulación sucesiva de hipótesis y su
corroboración o no, a partir de la obtención de información por medio de
métodos como la observación, las encuestas y los tests, en situaciones experimentales
y, en general, todos los procedimientos y técnicas para la búsqueda científica
de la información según el caso. Todos los datos acumulados, el descubrimiento
de las regularidades fundamentales del escolar objeto de estudio, la
coincidencia de la información y su correspondencia con la teoría y práctica
acerca del proceso de formación de la personalidad y sus alteraciones, permiten
elaborar un diagnóstico y un conjunto de recomendaciones encaminadas a orientar
y organizar un sistema de influencias que conduzcan a la transformación y
reeducación del sujeto. Este enfoque del proceso de diagnóstico se corresponde
con la concepción de que el sujeto está en desarrollo y formación y por lo
tanto, a la conclusión a la que se llega en un momento dado, no representan un
estado o característica permanente, por lo que el diagnóstico se considera un
proceso contínuo que marchará conjuntamente con el trabajo reeducativo,
educativo y correctivo-compensatorio que se realiza en el escolar y que ha de
producir cambios positivos en el proceso de formación de la personalidad.
El diagnóstico debe
descubrir estos cambios con la amplia participación de maestros, reeducadores,
trabajadores sociales y todos aquellos que intervienen en el proceso pedagógico
de estos menores y los conocen con profundidad. Cuando se llega a la conclusión
de que el alumno ha eliminado sus trastornos de la conducta, se propone al
Consejo de Atención a menores su egreso de la escuela o centro, o la
modificación de la medida en caso de que así se considere conveniente.
Como puede apreciarse el
proceso de estudio y diagnóstico de un menor con posibles trastornos de la
conducta, es la etapa que media entre la detección del caso y la que se refiere
a la toma de la decisión acerca de las medidas que se adoptarán con él. Este
proceso brinda los elementos necesarios, desde el punto de vista
científico-técnico para que se tome una nueva decisión.
La atención al menor con
alteración de conducta se corresponde con un amplio plan en donde se aúnan los esfuerzos
del Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Educación y el MININT.
La legislación cubana sobre
la atención a menores con trastornos de la conducta parte de una concepción
integral de su tratamiento sobre la base de la creación de un sistema
articulado, coherente y unitario con un sólido fundamento científico, regido
conjuntamente por los Ministerios de Educación y del Interior. En realidad son
los consejos de Atención de Menores dependientes del Ministerio de Educación
los encargados de ubicar a los menores en las Instituciones tipos I y II; en
tanto que los Consejos de atención de Menores correspondientes al Ministerio
del Interior ubican a los menores pertenecientes a la tercera categoría en las
instituciones tipo III.
Con esta legislación los
menores de 16 años que incurren en conductas que pudieran considerarse como
delictiva para adultos no son juzgados por los tribunales de justicia, ni
siquiera por Tribunales de Menores, ya que no son objeto del derecho penal ni
del derecho procesal penal, ni de un régimen penitenciario para la ejecución de
sanciones, sino que son atendidos por instituciones especializadas. En el
Decreto Ley 64/82 anteriormente citado se consideran inimputables los menores
hasta los 16 años y se despenaliza la conducta delictiva de ellos, que sale del
ámbito del Derecho Penal para entrar en el ámbito de la educación. Parte de la
base de que el tratamiento a dichos menores es, en lo fundamental una tarea
educativa que debe corresponder a los Ministerios de Educación y del Interior,
según el grado de trastorno o peligrosidad social que presentan.
Debemos señalar que el
propio Decreto Ley 64 establece que cuando un menor arriba a los 16 años
durante su atención en una escuela de conducta y antes de su reeducación total,
los Consejos Provinciales de Atención a Menores de ambos Ministerios podrán
decidir que continúen en las instituciones hasta los 18 años si así lo exigiera
su caso particular.
El establecimiento del
sistema creado por el Decreto Ley 64 ha significado un positivo paso de avance
a partir de una nueva concepción penal y pedagógica. No obstante la experiencia
de trabajo en ambos Ministerios nos plantea que debemos seguir laborando en el
perfeccionamiento del sistema para la atención a estos menores.
Debemos referirnos ahora
concretamente al tratamiento de los menores con trastornos de la conducta.
Comenzaremos considerando el tratamiento que reciben en los Policlínicos y
Hospitales Pediátricos. Aquí son atendidos directamente por psicólogos
graduados de la Facultad de Psicología que se han adiestrado en técnicas
psicoterapéuticas y por Psiquiatras Infantiles, graduados de la Facultad de
Medicina y especializados en Psiquiatría Infantil. El tratamiento puede ser
psicofarmacológico o psicoterapéutico.
Sobre la Psicofarmacología
podríamos detenernos un largo tiempo dada la experiencias realizadas en este
sentido. El hombre siempre ha aspirado a la obtención de sustancias capaces de
"regular su estado de ánimo y aún su conducta”. Esta aspiración ha tenido
más éxito para controlar depresiones y estados agresivos que para facilitar una
conducta adecuada. La Psicofarmacología es una ciencia muy reciente. En los
últimos 30 años, desde el inicio de la enérgica investigación con los fármacos
psicotrópicos, se ha hecho evidente que los efectos de mayor importancia para
la comprensión de las acciones clínicas de estos fármacos se ejercen a través
de los mecanismos neurotrasmisores y hoy día se conoce aún muy poco de sus
interacciones con los fármacos psicotrópicos. Se han planteado sin embargo
distintas acciones de los fármacos psicotrópicos: estimulantes, antidepresivos,
ansiolíticas y hasta antiesquizofrenizantes sin que ninguna haya quedado aún
bien estructurada. Sin embargo, algunos estudiosos de este campo se han lanzado
a hacer experiencias sobre la posible acción de algunos psicofármacos sobre las
alteraciones de la conducta humana con resultados tan discutibles que sólo
merece afirmarse que en el momento actual no existe ningún medicamento que
elimine la conducta alterada.
El trabajo psicoterapéutico
se ha preferido para el tratamiento de los menores con alteraciones de conducta
atendidos en policlínicos y hospitales tanto por psiquiatras infantiles como
por psicólogos. En nuestro medio el psicólogo también se capacita para realizar
la psicoterapia. Aunque se han utilizado diferentes técnicas de psicoterapia
individual, se ha preferido la psicoterapia grupal y hasta se han creado nuevos
métodos de psicoterapia grupal, tales como psicoballet, la psicoterapia
Deportiva, la psicoterapia de niños con dificultades en la identificación
sexual, etc. etc. Aunque estamos seguros que resultarían de interés la
exposición de desarrollo de estas técnicas no resulta conveniente dado las
aspiraciones de comunicación general que tiene esta exposición.
Será más adecuado
referirnos al tratamiento que reciben los menores asistentes a las escuelas de
conducta. El tratamiento deberá estar siempre en función de su etiología y en
el caso que nos ocupa los resultados de investigaciones realizadas en nuestro
país señalan:
El concepto de trastorno de la conducta es
de naturaleza compleja y es consecuencia de la interacción de un conjunto
complicado y variado de elementos causales.
Por esta razón la etiología es de carácter
polifactorial o multivariable y se insiste de forma diferente en los factores
biológicos y sociales, y resultan como causa esencial, el efecto de la
interacción entre un conjunto de elementos causales en un sujeto determinado.
Las manifestaciones conductuales alteradas
son el resultado de la influencia, durante un tiempo prolongado, de situaciones
traumáticas y conflictivas y de vivencias negativas del sujeto las cuales dañan
o alteran la formación de su esfera emocional-volitiva.
Los trastornos de la conducta son definidos
a partir de la existencia de una estabilidad de las características externas e
internas de la personalidad en formación del escolar, así como de su
resistencia al tratamiento o a la labor educativa que recibe, lo cual exige una
atención más dedicada, paciente y especializada.
Dado el carácter complejo que
entraña las causas que producen los trastornos de la conducta en los niños y
adolescentes, así como por la importancia que entre ellos poseen los aspectos
de carácter social y pedagógico en nuestro país se ha considerado que el
sistema de atención y reeducación de este tipo de escolar debe responder
esencialmente a concepciones y principios de carácter pedagógico y psicológico.
La institución para menores
de conducta alterada tiene que realizarse sobre la base de un plan de
actividades que se complementan entre sí dirigidas a transformar el mundo
interior del niño, a vencer la resistencia y neutralizar las influencias
nocivas que contribuyeron a las dificultades en la educación, mediante la unión
y acción conjunta de maestros, padres, la comunidad y los propios alumnos,
porque no se puede concebir un proceso de reeducación sin la participación del
menor como ente activo. Es decir en toda la organización del sistema de
actividades para la reeducación está concebida intrínsecamente la actuación
directa y decisiva del propio menor. Es por esto que las medidas a tomar si
bien son ofrecidas de manera general van a ser consideradas de manera
individual tomando en cuenta factores específicos en cada caso.
El sistema de influencias
está organizado a partir de actividades docente-educativos generales, como las
clases (con las especificaciones de atención psicopedagógicas cuando el caso
así lo requiera), la biblioteca, la preparación de un oficio, juegos variados y
actividades patriótico-militares, físico-deportivas,
artistico-culturales-recreativas, productivas y socialmente útiles. Estas
actividades tienen entre sus objetivos esenciales la formación de hábitos de
estudio, el desarrollo de intereses cognoscitivos, la elevación del nivel de
instrucción, la creación de hábitos de trabajo y la preparación para enfrentar
tareas más complejas. No pueden dejarse de lado la realización de métodos
complementarios al trabajo educativo como conferencias, diálogos, debates,
narraciones discusiones y estímulos.
Consideramos la atención
que recibe el menor en el centro de tres tipos fundamentales: médica,
pedagógica y psicológica.
Atención médica: Esta atención, además de velar
por el desarrollo físico general, se ocupa de garantizar el funcionamiento
adecuado de su sistema nervioso, indicando las medidas terapéuticas de acuerdo
con la sintomatología específica de cada menor y orienta a los restantes
especialistas en cuanto al tratamiento diferenciado, fundamentalmente en los
casos que requieran la administración de psicofármacos. Este especialista
participa en las discusiones y análisis de casos para seguir la evolución de
los menores siempre que sea necesario.
Atención pedagógica: El pedagogo que labora en estas
escuelas es un especialistas (graduado de los Institutos Superiores
Pedagógicos) que debe poner en práctica un sistema de conocimientos, no sólo de
los principios y leyes generales de la enseñanza y el aprendizaje, sino también
ser capaces de integrar en el proceso de la enseñanza que planifica y ejecuta
las recomendaciones médicas, psicológicas y de otras especialidades, para cada
caso en particular y estimular el aprendizaje de los alumnos utilizando vías
específicas de injerencia educativa que propicien la corrección de los procesos
y cualidades afectivas y cognoscitivas mas dañadas en estos alumnos.
Utiliza fundamentalmente la
clase, donde se pone en función el principio de trabajo individual con un
enfoque diferenciado. Cumple con las tareas de orientar la estimulación de la
esfera cognoscitiva hacia la creación de necesidades e intereses que propicien
el desarrollo de hábitos y habilidades escolares y elabora tareas cognoscitivas
dirigidas hacia la corrección de las particularidades de los procesos afectados
como por ejemplo, tareas para la estimulación de la memoria lógica, la
selectividad de la atención, su distribución, etc.
La creación de condiciones
de estimulación afectiva con el objetivo de evitar la tendencia a la
frustración, la estimulación de los logros en el aprendizaje, así como la
recompensa afectiva, es otra de las tareas que cumple el pedagogo con el
objetivo de lograr una formación más integral en las escuelas y centros que
atienden a estos menores. Se les brinda la posibilidad de desarrollar hábitos y
habilidades práctico-laborales vinculándolos a huertos escolares y talleres,
así como también, a los de mayor edad, insertándolos en colectivos obreros con
el objeto de estimularlos en la asimilación de un oficio y lograr su iniciación
en la actividad laboral en caso de egresar con la edad correspondiente. Esta
vinculación tiene una doble importancia, por una parte, permite el desarrollo
de convicciones dirigidas a que concienticen el valor del trabajo en la
formación de la personalidad y por otra, como algo fundamental, establecer la
relación entre la práctica y la teoría como objetivo de todo el sistema de
educación en Cuba y la apreciación en la preparación de la práctica laboral.
El proceso educativo y
reeducativo de estos menores incluye el desarrollo de las actividades
deportivas, recreativas y culturales, tanto como parte del Sistema Pedagógico
General, como por medio de la vinculación a círculos de interés. El seguimiento
de los avances y retrocesos del menor le permite al pedagogo reestructurar su
estrategia de trabajo, que es, a su vez objeto de análisis por toda la
comunidad de especialistas del centro, con el objetivo de reorientar el trabajo
con el menor en función de su evolución y de los cambios en el micro-núcleo
social.
Atención psicológica: Esta responsabilidad
directa recae sobre el psicólogo o el psiquiatra de la institución.
Desafortunadamente no contamos aún con un psiquiatra o un psicólogo por
institución pero consideramos que el trabajo psicoterapéutico es una tarea de
todo el personal de la institución ya que la psicoterapia no es más que el
esfuerzo que se realiza para influir favorablemente sobre el psiquismo.
De todas formas se ha
concretado que el trabajo psicológico debe trascender la utilización de
técnicas de psicoterapia individual y grupal para volcarse en la creación de una
comunidad escolar donde exista un estado emocional positivo y adecuadas
interrelaciones humanas. También es necesario comprometer a los padres en la
tarea reeducativa. Aún la psicoterapia individual y grupal deberán tener
objetivos precisos: establecer una relación afectiva positiva con el menor con
la finalidad de integrarlos al colectivo.
El laboratorio de Trastorno
de Conducta del CELAEE ha iniciado un trabajo experimental hacia la formación
del Educador-psicoterapeúta-maestro, o sea capacitar al maestro de la
institución para que realice actividades psicoterapéuticas tomando en cuenta
este objetivo fundamental del establecimiento de una relación afectiva positiva
con el menor para que llegue a constituir un miembro del colectivo y sea capaz
de cumplimentar todas sus tareas. Estamos bien conscientes de que al maestro se
le han enseñado una serie de atributos negativos para que sea capaz de
cumplimentar el trabajo psicoterapéutico; pero estos atributos negativos se
centran en la concepción de un maestro demasiado formal , más preocupado por
normas y principios establecidos y por tareas concretas a desarrollar; pero los
maestros de escuelas de conducta son en realidad reparadores y sus funciones
deben trascender las tareas puramente cognoscitivas.
La concepción del
Educador-psicoterapeuta se inició en forma teórico-práctica desde el pasado año
en una de nuestras escuelas de conducta correspondiente a la categoría uno. Se
llevó a cabo un curso de adiestramiento sobre el concepto, los métodos y técnicas
que pueden ser aplicados en una escuela de esta categoría y en la actualidad se
está trabajando activamente en este sentido realizándose psicoterapia con
títeres y psicodrama fundamentalmente. En las escuelas de conducta de categoría
III donde el nivel de edad es más elevado y las implicaciones delincuenciales
más evidentes no deberán usarse las mismas técnicas psicoterapéuticas que en
las otras categorías. En primer lugar porque el problema fundamental de estos
menores es la ausencia de disciplina y autoridad. Además la responsabilidad
máxima del trabajo reeducativo cae en manos de los reeducadores formados en
cursos ofrecidos por el Ministerio del Interior. El laboratorio de Trastornos
Emocionales del CELAEE tiene en proyecto un plan experimental que aspira a
poner en claro el verdadero concepto de la disciplina y la autoridad para
estructurar un plan psicoterapéutico que llevarían a cabo los reeducadores de
este tipo de escuela.
Atención a los padres de menores con alteraciones de conducta: Hemos considerado al menor con alteración de conducta como un paciente
dual, por lo que los padres no pueden ser olvidados a la hora de ofrecer una
atención completa. Este trabajo lo desarrollan las instituciones que atienden a
los menores con trastornos de la conducta bajo el concepto de "Labor
social" que comprenden: escuelas de padres, visitas a los hogares,
entrevistas y correspondencia y seguimiento a los egresados.
En las escuelas de padres
se orientan, analizan y discuten temas para que las familias adquieran los
conocimientos necesarios que les permitan rectificar los errores que cometen en
la educación de sus hijos, ofrecen cultura pedagógica y psicológica, así como
contribuyen a estrechar los vínculos entre el hogar y la escuela. Las visitas a
los hogares, que tienen un carácter obligatorio para los educadores, comprenden
dos etapas esenciales: las que se hacen a todos los alumnos y, posteriormente,
las que se realizan a los que más lo requieran de acuerdo con los fines y
objetivos de trabajo pedagógico, tienen propósitos bien definidos y requieren
por parte del docente, una preparación previa donde se toman en cuenta las
características de los alumnos. Las entrevistas y la correspondencia son vías
importantes y se consideran valiosos métodos para la obtención de información.
Dichas vías se emplean en correspondencia con las particularidades y
necesidades de cada familia y del seguimiento a los egresados. Por medio de
ellas se mantienen los vínculos con los egresados por un período de tiempo no
menor de dos años con el objetivo básico de conocer y ayudar al egresado en el
proceso de adaptación a la nueva situación en que se encuentra; lo orientan y
valoran sus relaciones sociales, su disciplina, su asistencia a las diferentes
actividades que se programen por las organizaciones correspondientes.
El éxito del trabajo
educativo y particularmente del reeducativo está en lograr la participación
activa y consciente de la familia. Mediante esta labor se puede realizar el
estudio polifacético de la familia, sus condiciones educativas, sus
posibilidades pedagógicas. Sin los conocimientos de las particularidades del
núcleo familiar, de su nivel moral, de su escolaridad, las relaciones
interfamiliares y las relaciones con los niños, no es posible trazar las pautas
necesarias para la mejor educación de los menores.
Los menores con trastornos
de conducta que son tratados en los policlínicos y los hospitales pediátricos
por psicólogos o psiquiatras infantiles son atendidos frecuentemente en forma
individual mediante el consejo pedagógico o en pequeños grupos de Escuela de
Padres. En algunos casos se llega a aplicar Psicoterapia Familiar a los
miembros de una familia determinada.
En el plan experimental que
está llevando a cabo el Laboratorio de Trastornos Emocionales se contempla la
plena capacitación del psicoterapeuta maestro para llevar a cabo de manera
sistemática la escuela de padres del grupo a su cuidado. Se trata de evitar que
estas escuelas de padres se conviertan en Reuniones Escolares con los Padres
que están más circunscritas a los aspectos docentes.
Los laboratorios experimentales
del CELAEE
El
Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Especial (CELAEE) es una
institución de coordinación que promueve el intercambio y desarrollo de la
Educación Especial en América Latina y el Caribe por lo cual utiliza las
diferentes vías de educación postgraduada y lleva a cabo estudios e
investigaciones científicas en el campo de la psicología y la pedagogía
especial.
La institución fue fundada
por acuerdo de los participantes en el Congreso Pedagogía 90 celebrado en el
Palacio de Convenciones de Cuba en Febrero de 1990 y trabaja para extender su
acción a otros países del mundo.
Funciona como un centro
autorizado para el desarrollo y acreditación en las diferentes vías de
educación postgraduada y se nutre de las capacidades y potencialidades
científico-pedagógico existente en el país, así como con la participación de
prestigiosos educadores cubanos y procedentes de los diferentes países del
área.
Cuenta además con el apoyo
de los principales centros docentes, universidades el país, centros de
investigaciones científica y otros organismos especializados cubanos, tales
como el Ministerio de Educación, el Centro de Neurociencias de Cuba, la
Universidad de la Habana, La Universidad Central y la de Oriente, el Ministerio
de Salud Pública, Los Institutos Superiores Pedagógicos, entre otros.
En el momento actual el
trabajo experimental de este centro está distribuido en 7 laboratorios:
Laboratorio de Retraso Mental
Laboratorio de Problemas de la audición y
el lenguaje
Laboratorio de Deficientes Visuales
Laboratorio de trastornos del Aprendizaje
Laboratorio de trastornos Emocionales
Labotatorio Diagnóstico Multidisciplinario
Aquí nos referiremos
únicamente al trabajo experimental del Laboratorio de Trastornos Emocionales
que se realiza en la escuela de conducta tipo I denominada "Cheche
Alfonso":
La acción terapéutica en el
tratamiento a niños con trastornos emocionales tiene un carácter psicológico,
pedagógico y medico.
La cualidad fundamental de
esta acción está dado por la aplicación del proceso grupal en la influencia
terapéutica al niño y a la familia.
Esta influencia terapéutica
debe concebirse como un sistema que tiene en cuenta las características
individuales de cada alumno y familia, es decir, la historia personal y su
transformación (evolución) dentro de la acción del grupo como reparador de la
personalidad desajustada.
El desarrollo de la
personalidad de los alumnos con trastornos emocionales exige de un cambio en el
modo de vida escolar sobre la base del enriquecimiento de sus valores y
experiencia social y la transformación de la conciencia. Esto se logra en la
medida en que el aprendizaje se procese en las relaciones sociales y este se
organice teniendo en cuenta las necesidades de los alumnos, en el aquí y el
ahora de la situación de aprendizaje que se programe, trayendo la vida
cotidiana al grupo y haciendo reflexiones conscientes que permita a los
miembros del mismo conocer su mundo interior. Estas consideraciones sobre la
acción terapéutica de la escuela son fundamentos básicos de la labor
correctiva-compensatoria y del modelo de atención interdisciplinaria que se
lleva a cabo en el centro, donde juega un papel esencial la relación tripolar
que se establece: entre el grupo, las actividades de los grupos clase y grupos
terapéuticos que se realizan, y el educador psicoterapeuta como coordinador de
la reparación grupal.
Nos referimos en este
capítulo a líneas de acción, con precisión de objetivos y principios que no
fueron extraídos de experiencias ajenas sino de la práctica en la
reorganización de la vida escolar de la institución, derivada de la observación
sistemática y la intervención en las actividades previstas en la labor
educativa del centro.
La reorganización del modo
de vida de la escuela para niños con trastornos emocionales, con una concepción
nueva de acción terapéutica tiene como objetivos básicos los siguientes:
Preparar adecuadamente a los alumnos para el
tránsito a la Educación General Politécnica y Laboral (Primaria, Media y Media
Superior).
Aplicar el proceso grupal como reparador de
la personalidad desajustada .
Propiciar reflexiones educativas
terapéuticas en la familia para el cambio de actitudes con los hijos.
Desarrollar un trabajo profiláctico
intensivo con niños en riesgo de fracaso escolar y desviaciones sociales.
Desarrollar de forma creciente una
disciplina autorregulada.
Estos objetivos se resumen
sobre la base de principios básicos que rigen toda la acción terapéutica de la
escuela.
Los
principios son:
Integración
escolar: Constituye el proyecto social que implica preparar en el menor
tiempo posible a cada alumno como miembro activo de un grupo e incorporarlo a
la organización plena de la actividad de aprendizaje institucional y a su medio
natural.
Carácter
diagnóstico pronóstico de la acción terapéutica en el grupo: Proceso de
evaluación sistemático y coherente de cada miembro del grupo a través del
propio grupo que nos permita hacer valoraciones de las transformaciones
psicológicas ocurridas y proyector gradualmente el proceso de desarrollo de la
personalidad de cada alumno.
Utilización
del proceso grupal como base de la acción terapéutica escolar: Cambio en el
modo de vida escolar de manera que las actitudes que conforman la acción
terapéutica se organicen de forma sistémica en el grupo y que en éste se fijen
las pautas del comportamiento de cada miembro y aprendan, mediante la
autovaloración y reflexión a asumir en mayor o menor grado roles sociales.
Individualización
del tratamiento en el proceso grupal: Se trata de que en cada grupo clase o
grupo terapéutico como reparadores de la personalidad desajustada, se realice
el tratamiento a lo individual en la medida en que la historia personal de cada
miembro entronque en la propia historia terapéutica y social.
Integración
de la familia como grupo primario o interno a la acción terapéutica de la
escuela, como grupo secundario: Consiste en entrenar y modificar actitudes
en la familia mediante reflexiones grupales de la acción educativo de estos,
que posibiliten integrarla a la acción terapéutica escolar.
Consideramos ahora las condiciones
psicológicas y pedagógicas que deben cumplirse en el proceso compensatorio.
Serán las siguientes:
Organización plena de la actividad de aprendizaje,
donde se vincule estrechamente el contenido, es decir lo temático con lo
dinámico del proceso docente.
Mantener la función activa de los alumnos
en todo el proceso de corrección y compensación. Que actúe como sujeto y ocupe
distintos roles.
Dar tratamiento a lo individual a través de
las actividades grupales.
Utilización de tareas variadas con
contenidos de diferente nivel de complejidad según la evolución sistemática de
cada alumno en el grupo y teniendo en cuenta las potencialidades de
resistencia, concentración, voluntad y rendimientos de los alumnos.
Utilización de orientaciones algorítmicas
para precisar paso a paso que acciones mentales deben realizar para resolver
una tarea.
Utilización variada de medios de enseñanza
que propicien una motivación mayor para una asimilación más racional de los
conocimientos.
Activación de procesos cognoscitivos
afectados.
Activación del área motora y de lo afectivo
motivacional.
Utilización de actividades variadas que
permitan la toma de decisiones acertadas de los alumnos.
Utilización de ejercicios de caldeamiento
físico y de relajamiento motor vinculados a la actividades de aprendizaje del
grupo.
Enseñarlos a resolver problemas
reflexionando causas y las posibilidades de solución evitando situaciones
conflictivas.
Aumento creciente de niveles de
flexibilidad y tolerancia.
Todas estas condiciones
deben verse reflejadas en el contenido y la forma de todas las actividades que
se organicen en la escuela.
Organización escolar de la
institución:
La
organización de la escuela tiene gran importancia en el modelo de atención
interdisciplinaria que se lleva a cabo, teniendo en cuenta como centro al
alumno y a la familia.
Esta organización escolar
se fundamenta en los principios básicos que rigen el trabajo terapéutico de la
escuela interrelacionando siempre los objetivos generales y fundamentos de la
escuela cubana. La distribución de las actividades tiene un criterio
terapéutico. Un primer grupo de actividades le corresponde al área pedagógica,
desarrollándose actividades tales como: clase, tratamientos logopédicos,
biblioteca, terapia musical, educación física y le imparten además actividades
de enriquecimiento de los procesos cognoscitivos. Un segundo grupo de
actividades corresponde al área Psicológica y a la aplicación de otras
alternativas de intervención complementarias. Estas son: Psicoterapia Infantil.
También se realizan actividades danzarias, plástica, laborales, deportistas,
culturales, recreativas y excursiones. Tanto la intervención docente como
terapéutica la realizan los maestros y auxiliares pedagógicas que en su doble
papel funcionan también como psicoterapeutas y coterapeutas respectivamente.
Entre las actividades de
intervención docente destacamos la clase como la piedra angular del tratamiento.
Es una vía importante para la aplicación del principio de individualización,
teniendo por tanto siempre, al alumno como centro de cada actividad de
aprendizaje que se organice. Este principio se pone de manifiesto mediante el
trabajo en subgrupos.
La conformación de los
subgrupos contempla una etapa de preparación que posibilita caracterizar
pedagógicamente y en el comportamiento a los alumnos.
Es de destacar que con cada
alumno ubicado en los subgrupos se aplican después distintas alternativas
psicopedagógicas que posibilitan su preparación para una adecuada inserción
social.
La determinación de cada
alternativa es analizada y aprobada por todos los especialistas del colectivo
pedagógico.
El maestro posee para su
clase indicadores metodológicos correctivos-compensatorios que no debe dejar de
cumplir como parte de la acción terapéutica.
Enfoque de la educación
autorreguladora:
Uno
de los principios de la atención terapéutica a los alumnos con trastornos
emocionales es la educación autorreguladora.
Educar a los alumnos para
que aprendan a autorregularse tiene en su base el aprendizaje del autocontrol,
la autovaloración y la toma de decisiones acertadas. Para eso enseñamos a los
alumnos a proponerse objetivos socialmente valiosos sobre la base de
orientaciones adecuadas que permitan un proceso de modificación del
comportamiento de acuerdo con los fines trazados. Lograr esto en los alumnos
con trastornos emocionales requiere de la enseñanza de normas y reglas
esenciales de la conducta disciplinada. En este sentido se aplica un modelo de
disciplina general que se adecua a las características de cada grupo clase.
Esta aplicación requiere de
un análisis casuístico de las particularidades de cada niño individualmente, es
decir, qué saben, que normas tienen, qué hábitos les falta.
Lograr una disciplina
autorregulada es el resultado de todo el trabajo educativo y terapéutico de la
escuela.
Como retroalimentación de
todo el sistema y del modelo de disciplina que se aplica, se realizan los análisis
de grupo.
Estos análisis de grupos
constituyen un mecanismo de regulación que propicia el cambio en la conducta en
correspondencia con las valoraciones objetivas del colectivo; que ajusta el
concepto de sí a la realidad y permite el desarrollo de la autocrítica.
Los resultados de los
análisis de grupo son registrados de forma colectiva e individual. Esto se deja
a la creatividad de cada grupo clase.
Características de la evolución de
los alumnos en el proceso de acción terapéutica
El
proceso de influencia terapéutica al que se someten los alumnos y la familia en
la escuela nos permite ir valorando sistemáticamente su evolución.
La constante observación
como método de investigación importante nos posibilita plantear que los alumnos
con trastornos emocionales, sometidos a este programa de influencias
terapéuticas e interdisciplinaria van pasando por diferentes etapas. Estas son:
etapa de adaptación, de desbloqueo, de expresión y de compensación terminal.
Para la valoración de la
evolución de los alumnos el equipo interdisciplinario utiliza distintas vías
que permiten además caracterizar el estado emocional de cada uno. La
caracterización del estado emocional puede estar enmarcada en favorable,
bastante favorable, desfavorable y sin evolución.
Para elevar la calidad
investigativa permanente del colectivo pedagógico y la cientificidad de la
aplicación de la acción terapéutica interdisciplinaria se establece un proceso
de recalificación conveniente y permanente que se realiza mediante la
utilización eficiente de distintas vías de trabajo metodológico. El Laboratorio
Experimental de Trastornos Emocionales en el momento actual está enfrascado en
las líneas de investigación siguiente:
Desarrollar un modelo teórico que oriente
la investigación sobre el diagnóstico y la atención integral a los niños con
trastornos de conducta.
Perfeccionar y desarrollar el diagnóstico
con la utilización de tecnologías de avanzada.
Desarrollar alternativas de atención a la
familia.
El trabajo preventivo en la escuela
regular.
La capacitación de un
Educador-Psicoterapeuta.
Desarrollar un programa de atención
psicopedagógica para el niño autista.